Instaurada censura de prensa

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La medida obligó a El Nacional a tener que dejar espacios en blanco, con lo que por si sólo se explican los alcances de la censura

Hace poco más de un par de años, una Ley aprobada por la Asamblea Nacional, prohibió la publicación del valor del dólar en el mercado paralelo, llámase permuta, negro, callejero o el “innombrable”, como los periodistas comenzarlo a llamarlo. La pena, para quien informe el valor del dólar no oficial, es de 1.000 unidades tributarias. 

            Ahora, un tribunal ha prohibido sean publicadas fotos en los diarios que presenten imágenes violentas. Esto como consecuencia de la publicación la semana pasada, en la primera página de El Nacional, de una dantesca foto de una de las salas de la Morgue de Caracas.  El tema es de interés general y afecta a cada uno de los venezolanos, y al igual que el valor real del dólar, esta acción de censura previa nos lleva a preguntar: ¿tenemos los venezolanos el derecho a estar informados? ¿No ha debido iniciarse una investigación para sancionar a los funcionarios que permiten que en la morgue ocurran los hechos que mostró la foto? ¿Es verdad o mentira lo que la foto muestra?   

 

La primera página fue una respuesta a la actitud de altos personas frente al tema de la inseguridad y los cientos de muertes violentas semanales

La Medida 

Texto de medida cautelar
«Se prohíbe al diario El Nacional la publicación de imágenes, informaciones y publicidad de cualquier tipo con contenido de sangre, armas, mensajes de terror, agresiones físicas, imágenes que aticen contenidos de guerra y mensajes sobre muertes y decesos que puedan alterar el bienestar psicológico de los niños, niñas y adolescentes que tienen residencias en la República Bolivariana de Venezuela, hasta que se decida el fondo de la presente acción de protección». 

El Editorial

La violencia podrida

Prohibido informar

C uando a un gobierno se le desploma la capacidad de mentir y pierde su habilidad para engañar a la sociedad, entonces apela a la violencia contra los medios de comunicación. La gente necesita estar informada y saber la verdad de lo que sucede en el país, en la ciudad donde habita y en sus sitios de trabajo. Es una exigencia de la vida moderna y nadie tiene el derecho, por muy juez, ministro o fiscal que sea, de impedir con una medida arbitraria que los ciudadanos accedan a la información que quieren y necesitan. 

Desde luego que este derecho consagrado en la Constitución nacional siempre va a ser torpedeado por un gobierno autoritario. Recordemos que los regímenes comunistas de Cuba y Corea del Norte, o teocráticos y sanguinarios como Irán, niegan de plano la libertad de expresión y de información. Es más, entre esos tres países comunistas rompen el récord de periodistas presos y torturados, y en algunos casos, de condenados a muerte. 

No hay duda sobre lo que está sucediendo en el país desde que estamos siendo gobernados por este coctel de militares resentidos y ultraizquierdistas aventureros, que han pasado de ser (hace ya 11 largos años) unos funcionarios de bajo rango y empobrecidos dirigentes estudiantiles, a ricos burócratas que pasan raudos por las calles y avenidas en camionetas blindadas, precedidos de escoltas motorizados. Claro que a esos señores no les toca ni con el pétalo de una rosa la violencia criminal que se ensaña a diario con la mayoría de los venezolanos. 

De manera que se le paran los pelos de punta y pegan ¡ay! un gritito, o una sonrisa de hiena, como Izarra por CNN, cuando ven los cadáveres que se acumulan en la morgue de Caracas. No puede ser de otra manera porque ellos viven en una Venezuela artificial, protegidos por sus escoltas, soldados y policías, y jamás les va a costar Dios y su ayuda que le entreguen el cadáver de un hijo, un esposo o una hermana, un sobrino o una cuñada. 

Horas de angustia a las puertas de la morgue, de desesperación y de rabia: son los venezolanos humillados y ofendidos por esta revolución disfrazada de socialismo pero dispuesta a abrirle las puertas al comunismo. 

A estos militares boyantes económicamente y burócratas izquierdistas pero nuevos ricos, les parece irreverente que un periódico revele la cruda realidad de la violencia en Venezuela y que ponga de manifiesto el abandono y la ruina en que se mantiene a la morgue en Bello Monte, pesar del esfuerzo y de los ruegos de los empleados y profesionales que laboran allí. Y es que la revolución bolivariana guisa hasta con los muertos. 

Que un juez le prohíba tanto a El Nacional como a Tal Cual, así como a tantos otros medios impresos del interior que publicaron la famosa foto que le da cosquillas y risitas a Izarra, nos dice que la podredumbre no habita sólo en los miles de contenedores de Pudreval sino en la moral de una revolución podrida. Por ello es que se ha perdido la esperanza de un cambio que surgió hace un década 

Fuente: Tomado del diario El Nacional

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