Silverio Gómez: Pragmatismo para el BID

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Por Silverio Gómez

En septiembre de 2005, el entonces presidente de Colombia, Álvaro Uribe, propuso a Luis A. Moreno para la presidencia del BID, y en ese momento sus posibilidades eran pocas.

Como estrategia, Uribe habló con el presidente George W. Bush para pedirle su apoyo, teniendo en consideración que ese país tiene el 33 % de los votos, y en menos de 24 horas EE. UU. apoyó al candidato colombiano.

En septiembre de 2010, Juan Manuel Santos hizo lo mismo con Barack Obama para la reelección de Moreno y de inmediato recibió ese aval. Moreno acaba de terminar su tercer período, y los estatutos establecen que no va más.

Y ahora, el Gobierno de EE. UU. ha decidido jugársela y les ha pedido a Brasil y a Colombia que apoyen a su candidato al cargo con un vicepresidente brasileño. Iván Duque ha dicho que sí, postura por la que ha recibido críticas de Argentina, México y Chile, en tanto que más de 15 naciones pobres del continente han compartido la posición colombiana.

Para el populismo de izquierda latinoamericano, la posición de Duque es una ‘arrodillada’ al imperio. Solo el tiempo demostrará que –por el contrario– es coherente y pragmática frente a la coyuntura y el estancamiento del organismo para financiar el urgente desarrollo regional, no por culpa del ejecutivo saliente.

Para nadie es un secreto que el coronavirus puso todo patas arriba, incluyendo la economía, cuya crisis nadie se atreve a calcular con precisión, más allá de hacer ejercicios alfabéticos de una recuperación en U, W, L y V. Ya de por sí es muy grave lo ocurrido hasta ahora, y un rebrote como el que vive Europa produce ‘escalofrío’ en términos económicos.

Hay una gran diferencia entre el manejo de los países ricos y el de Latinoamérica frente a la crisis. Mientras entre los de Europa la disputa política es cómo distribuir los fondos del BCE, en Suramérica el problema es cómo conseguir dinero para amortiguar las secuelas de la pandemia.

América Latina puede ir hacia una nueva década perdida como la de los ochenta, en la que la deuda externa ahogó a sus economías, llevó a un aumento del desempleo, la pobreza y la inequidad. El drama lo entiende hasta el FMI, que ha pedido a los bancos centrales emitir para financiar en parte la recuperación, visión contraria a su ortodoxia de otrora. Simplemente, las condiciones lo exigen.

Las opciones de América Latina son muy escasas. Quizá la única sea una fuerte capitalización del BID por parte de Estados Unidos, cuyo candidato lo preside, por primera vez desde su creación en 1959, y que solo ese país tiene capacidad de hacerlo.

Esta es la salida de América Latina para enfrentar de la mejor manera la pandemia, y no optar por quedarse con las migajas de una burocracia decadente. Puro pragmatismo no solo del presidente colombiano, y de paso una señal de amistad, sino de los mismos directivos del BID en Washington, que ahora sí ven con buenos ojos la elección de Mauricio J. Claver-Carone, pues el pedido de aplazamiento de la decisión era un suicidio y una injusticia con los pobres de la región. EE. UU. no puede quedar mal si puso el presidente del Banco.

(*) Director de ProColombia España

Publicado en El Tiempo de Bogotá el 5 de octubre del 2020

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