Dolarización: Cuando el orden si importa  

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Por Eduardo Martínez

Al publicar este miércoles, la nota “Dolarización: Cuando los Deseos Preñan”, quedó en el aire el cómo debía haberse ejecutado la dolarización para que resultara positiva para la economía venezolana. Sobre todo cuando se tenía el ejemplo cercano del Ecuador. País en dónde la dolarización fue una experiencia positiva, en momentos de gran devaluación y alta inflación.

¿Como en Ecuador?

No era posible una dolarización a la ecuatoriana en Venezuela. En Ecuador, el Banco Central cambió los Sucres (moneda nacional) en manos del público, y los cambió por los dólares que tenía en sus “reservas internacionales”. Además, el aparato productivo nacional estaba operando.

En Venezuela

En Venezuela, para el momento en que se plantea la dolarización, las reservas internacionales habían registrado una caída de tal magnitud, que no había dólares suficientes para cambiarlos por los bolívares en manos de los venezolanos. Por otra parte, en ese momento, la dependencia de las importaciones en Venezuela se había incrementado por efecto del cierre creciente del aparato productivo venezolano.

La medida de dolarización que se permitió en Venezuela, se puede decir que fue una medida pasiva. El régimen simplemente permitió que se transara en dólares la compra-venta de bienes y servicios. Lo que tuvo como consecuencia, que a la vuelta de poco tiempo, los precios se dolarizaran a precios más elevados. Lo que a su vez tuvo como efecto la aceleración de la inflación.

Como consecuencia, los venezolanos siguieron cobrando sus salarios y pensiones en bolívares, que cada día –por el efecto de la devaluación- pierde el poder adquisitivo. Lo que nos ha llevado a que la comida para una familia promedio cueste más de 300 dólares, contra 2 dólares de salario mínimo referncial.

¿De dónde vinieron los dólares? A diferencia de la experiencia ecuatoriana que canjeó los Sucre por dólares, en Venezuela los dólares llegaron por la vía de las remesas –que los que los que emigraron envían a sus familiares en el país, la repatriación de los ahorros, y el inicio del pago de bonos, que las empresas privadas pagan a sus empleados.

El orden

En Venezuela, respondiendo a lo que las personas opinaban y esperaban que les pagaran sus salarios y pensiones en dólares, la dolarización habría debido cumplir un orden para no dejar por fuera a las grandes mayorías.

No vamos a entrar a dilucidar si la medida que se tomó –de dolarización pasiva- era la acertada o no. Sino que vamos a darla por buena, para el análisis suponiendo que era la medida indicada, dada la emergencia. En ese caso, habría que haber indexado los salarios al dólar. De tal manera, que cuando se generalizó la indexación y el pago de los bienes y servicios en dólares, los trabajadores tuvieran un salario suficiente para adquirir  esos bienes y servicios. Lo que no ocurrió. El orden importaba.

editor@eastwebside.com

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