El domingo 26, los venezolanos fueron a votar para elegir los diputados a la Asamblea Nacional. Los electores, venezolanos sin distingo social ni político, concurrieron de manera cívica en los términos fijados por el CNE. Sin embargo, una vez más el Consejo Nacional Electoral no estuvo a la altura de los electores.
Por Eduardo Martínez
A pesar que la mayor parte de los centros de votación cerraron a las 6pm, y que totalizar consiste en apretar “un botón”, el CNE se dio la patada de presentar nuevamente su boletín pasadas las 2 de la mañana del día siguiente. Más de 8 horas después de culminado legalmente el proceso.
Este represamiento de los resultados despierta las más variadas sospechas. Los resultados, a través de las redes sociales, circulaban con cierta precisión desde una hora y media después de la hora de cierre. La noticia, de que la oposición había obtenido más votos que el PSUV, ya era un indiscutible “caliche” para el momento que la presidenta del CNE anunció los resultados.
En ocho horas y media, que se represaron los resultados, pudo pasar cualquier cosa. Sólo la sensatez del venezolano común y corriente, que esperó con paciencia frente a los televisores el tan ansiado primer boletín, no permitió que el nerviosismo y las angustias tomaran las calles. Eso no se lo debemos, ni al Plan República con sus ya frecuentes amenazas, ni a la velocidad con que el CNE logra sumar y totalizar. Eso se le debe al comportamiento cívico del venezolano.
La excusa, de que los resultados eran muy cercanos, no convence a los venezolanos. Son más inteligentes y requieren más respeto, que esa infantil y poco elaborada explicación.
El otro punto, es la desproporción entre voto popular y diputados electos. Una propuesta logra más del 50% de los votos, y obtiene tan sólo, un tercio de los diputados. Eso constituye un fraude a la Constitución y al elector. Los circuitos diseñados a dedo, para que una minoría del país elija el doble de diputados que la mayoría, no tiene otro calificativo.
Eso debe ser arreglado por las buenas, o lamentablemente nos deberemos enfrentar en un futuro cercano a un electorado, que al sentirse defraudado, no tendrá tanta paciencia para simplemente sentarse frente a su televisor para ver como unos burócratas circunstanciales menoscaban sus derechos y usurpan su voluntad.
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