Rebelión en la Granja (versión tropical)
Por Eduardo Martínez
En momentos en que los analistas políticos venezolanos, estaban intrigados por el ruidoso silencio de la jerarquía chavista, con gran sorpresa estalla una confrontación al más alto nivel de los mandos revolucionarios.
En efecto, desde el viernes pasado (17 de marzo), el presidente Nicolás Maduro destituyó a Joselit Ramírez -Superintendente de CriptoActivos. Un hombre vinculado estrechamente a Tareck El Aissami, hasta ayer ministro del Petróleo. Rompiéndose la aparentemente monolítica unión chavista.
No solo fue destituido Joselit, sino que fue detenido ipso facto, al igual que 2 funcionarios (militares) del más alto nivel de PDVSA (el ex vicepresidente de comercio y suministro, y el gerente de PDV Marina); además de dos abogados, el presidente del circuito judicial penal de Caracas, y un juez que tiene entre sus haberes el haber enjuiciado a importantes dirigentes de oposición; así como también el alcalde de Tejerías.
En las investigaciones que adelanta la Fiscalía, se ha podido conocer extra oficialmente, que han sido suspendidos un número indeterminado de funcionarios de PDVSA. Libres todavía, pero no libres de sospechas.
Por supuesto que estas primeras actuaciones, ejecutadas por la Policía Nacional Anti Corrupción, impulsaron numerosos rumores en las redes sociales, ante la falta de informaciones oficiales. Una práctica común en nuestros tiempos.
Esos rumores, que podemos llamar didácticos porque nos enseñan a focalizar la atención en lo importante, podemos agruparlos en dos grupos: los ligados al dinero, y los ligados al poder. Pero que, si deseamos resumirlo en un gran grupo, son lo mismos. Porque, quien en un gobierno maneja dinero, tiene el poder, y quien tiene el poder quiere el dinero. Así de fácil.
Por eso no es de extrañar, que lo que existe en el seno del alto mando de la revolución, es una confrontación de dimensiones mega galácticas. La pelea es por el dinero y el poder, todo a la vez.
Eso nos recuerda el título del libro de George Orwell: “Rebelión en la Granja” (Animal Farm, 1945), una obra maestra de la literatura del Siglo XX.
Orwell, en este clásico de la “condición humana”, recreó lo que sucedía en Rusia luego del triunfo de la Revolución Rusa (1917). Para ello, ambientó su relato de ficción en una granja inglesa, en la cual los animales expulsaron al propietario.
Los personajes del relato son animales, de fácil asociación con la jerarquía comunista rusa. El granjero es un señor Jones, que representa al Zar Nicolás II. El cerdo Napoleón, es el dictador José Stalin. Y así diversos animales representan a los prominentes personajes rusos, entre otros.
Luego de la expulsión de Jones, se establecen las reglas de la granja en “7 Mandamientos”. Lo que comparten todos los animales.
Con el tiempo los cerdos se convierten en la élite gobernante de la granja, y el cerdo Napoleón en un dictador.
Poco a poco van modificando los 7 mandamientos originales. Hasta que al último mandamiento: “Todos los animales iguales”, se le añade una frase: “Pero algunos son más iguales que otros”.
Cualquier similitud con nuestra realidad tropical “no es mera coincidencia”, algunos son más iguales que otros, y por lo visto “incluso entre ellos”.
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