Por Eduardo Martínez
El anuncio de una visita oficial a Caracas, de funcionarios de la administración de Joe Biden, es una acción que no debe de extrañarnos. Si algo perfila la naturaleza de los estadounidenses es lo pragmático de su vida. Un rasgo heredado de sus orígenes anglosajones.
Hay dos términos que caracterizan al liderazgo de los Estados Unidos: efectividad y eficiencia, y una manera de medir el resultado: los logros.
Ya sean en las empresas o en el gobierno, los gerentes deben ser eficientes en su gestión, y efectivos en el logro que persiguen. Si no logran esos objetivos, o el logro resultó ser demasiado costoso, pasan la página y se buscan otro gerente o gobernante.
En esta manera de ser, gestionar y gobernar, el estadounidense hace uso de una herramienta: la planificación estratégica. Una metodología que le ayuda a definir dónde están parados, a dónde quieren ir, y qué hacer para lograrlo. Es decir, no andan a las “buenas de Dios” a ver si “la pegan”. Ellos planifican.
Es dentro de este contexto que tenemos que ver esa incursión del fin de semana en Caracas. Enviados que, seguramente vistiendo trajes oscuros, camisas almidonadas con yuntas, serias corbatas monocolor, un pin con la bandera, y probablemente un maletín, llegaron en el vuelo de un jet ejecutivo para entablar una conversación “amistosa” con el régimen de Nicolás Maduro.
También probablemente, estos burócratas de Washington vinieron con “todas las opciones”, si bien no las mostraron en la mesa de negociación, estaban ocultas en sus maletines. Opciones que seguramente les proprocionó el “tool box” (caja de herramientas) del proceso de análisis de la planificación.
De los aportes ya autóctonos de la manera de gestionar su diplomacia, el presidente Teodoro Roosevelt aportó al pragmatismo anglosajón la política de la “zanahoria y el garrote”. Te ofrecen una zanahoria con una mano, y en la otra tienen un garrote. Como dicen en los EEUU: “just in case” (por si acaso).
La manera de aplicar esta política diferencia a los rusos de los americanos. No sabemos si en ruso existe un término parecido. Pero en la práctica pensamos que debe existir. Solo que son aplicadas de manera distinta.
Para explicar este punto, debemos considerar que el sistema que rige y garantiza el sistema de los EEUU se basa en la palabra. Se cree en buena fe lo que las personas dicen. Y se castiga fuertemente cuando la persona no cumple el compromiso establecido oralmente, o cuando miente. Eso hace que la justicia, los acuerdos, etc. hagan funcionar agilmente las cosas.
En el caso de la aplicación del ofrecimiento de la “zanahoria y el garrote”, el americano cumple con su palabra. Permite que te lleves la zanahoria, y guarda el garrote. De los rusos, no podemos decir lo mismo. Ofrecen lo que no van a cumplir, te quitan la zanahoria para comérsela ellos, y te caen a garrotazos sin una segunda oportunidad.
En el contexto de la buena fe, la zanahoria y el garrote, los americanos llegaron a Caracas con una propuesta -no confirmada, pero razonada por todos los medios de comunicación que siguieron la noticia- de una posibilidad de reconexión entre los dos gobiernos.
Los Estados Unidos no lo hacen por caridad. El análisis de la invasión rusa a Ucrania, los está haciendo ver a largo plazo. Europa necesita petróleo. Las sanciones a Irán, primero, y ahora a Rusia, los priva de un proveedor estable en cantidad y continuidad.
Para que la Unión Europea deje de comprar petróleo ruso -propuesta de Biden- EEUU debe garantizarle el petróleo y gas a los europeos. ¿Eso como se hace?.
Estratégicamente, desde que las guerras las mueve el petróleo y no los caballos, Venezuela fue un surtidor confiable para los Estados Unidos.
Dadas las reservas que Venezuela posee, la infraestructura que tiene -aunque deteriorada- y la cercanía, que pone en suelo estadounidense millones de barriles diarios en tan solo 5 días de navegación, es prioritario para Biden lograr un acuerdo con el régimen de Nicolás Maduro.
No hay otro proveedor, a la vuelta de la esquina del despacho oval del presidente de los EEUU. Lo que pasa en un segundo tiempo, por la recuperación de la producción petrolera venezolana, que de menos de un millón de barrile sque produce hoy en día, tiene una capacidad de producción de 3 millones de barriles diarios.
En cuanto a Maduro, esta es una oprotunidad de oro -única- de lograr un reconocimiento que no obtiene del mundo occidental. Un hombre puede amasar grandes fortunas, retener el poder de un país entero, pero en su psiquis es fudnamental para su ego y estabilidad emocional dos factores: que le sea reconocido, y que lo pueda disfrutar con seguridad. Esos dos factores, no rodean a Maduro.
Para ambos gobiernos, existen dos asuntos no concluídos que molestan y requieren atención: los rusos, para Maduro, y Juan Guidó, para Biden. Tragos amargos, que son como las medicinas, pero que terminan siendo eso: un trago.
En lo que respecta a los rusos, hay que tener claro que no ha habido “caridad” ni “solidaridad” en su relación con Venezuela. Todo ha sido negocios: compra de armamentos, flujo de capitales, contratos con empresas rusas, etc. No hay que olvidar, que el fallecido Hugo Chávez compró material bèlico por más 8 mil millones de dólares, en los momentos en que Rusia sobrevivía con dificultades a una profunda crisis económica y financiera.
Una relación comercial que no estuvo exenta de las alcabalas de Cuba, que logró que muchas de la transacciones pasaran por La Habana, encareciendo las compras y enriqueciendo a los jerarcas. Como sucedió con las compras de los helicópteros militares rusos, cuyas entregas pasaron por La Habana, y que sin estar sometidas a fuego enemigo, se han venido cayendo uno tras otro.
Como romper con los rusos y los cubanos, es una decisión que orbita en el cerebro de Nicolás Maduro. Son muchos los compromisos. Aunue por otra parte, ofrecimientos así no se presentan todos los días.
Otro de los problemas que confronta el régimen venezolano, es la falta de financiamiento para recuperar la infraestructura petrolera. En ese sentido, el momento es también único.
A consecuencia de la invasión a Ucrania, las grandes coproraciones petroleras se han retirado de las multimillonarias inversiones en sector petrolero ruso. Lo que hacen que existan fondos no asignados.
Con la participación de los EEUU, en una negociación con el régimen venezolano, estarían dadas las condiciones para garantizar la seguridad de las inversiones que se puedan hacer en Venezuela. ¿Desaprovechará Maduro esa oportunidad?
En cuanto a quedarse Juan Gudió guindado de la brocha, si EEUU le quita la escalera, ya es una situación prevista desde fines del 2021.
Ante la falta de logros, luego de todo el apoyo recibido desde el 2019, el gobierno de Biden le notificó oportunamente de que eso durará hasta diciembre del 2022. Probablemente con tiempo suficiente para una retirada honorable, y sin que veamos en los noticieros el desastre ocurrido en el aeropuerto de Kabul en el 2021.
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