Por Eduardo Martínez
Las estadísticas en Venezuela son cifras desconocidas. Los profesionales que trabajan con las datas oficiales deben hilar fino a la hora de proyectar y estimar cómo se mueve el país en números.
Conocer cuántos somos los venezolanos, “la población de Venezuela”, es el primer escollo con que se topan quienes buscan las cifras económicas y sociales. El Instituto Nacional de Estadísticas (INE), estima la población para el 30 de junio del 2022 en 33 millones 360 mil 238 personas. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la población de Venezuela es de 28,4 millones de personas para el 2021.
La diferencia de cifras es evidente. Hay una brecha de 5 millones de personas. La cuestión es si la cifra aportada por el FMI resta los más de 6 millones de venezolanos que emigraron a otros países. Aunque ONG estiman la diáspora hasta en 8 millones de emigrantes.
En cuanto al desempleo, los contrastes son mayores. Mientras el INE publica en su portal que el desempleo es del 8,8%, estudios independientes lo estiman hasta en un 58%.
El secreto de la diversidad en las cifras es la manera en que el INE y el BCV definen y organizan los datos. Para el gobierno, trabajar en el sector informal no se considera desempleo. Las organizaciones sindicales, por su parte, lo consideran empleos precarios.
Eufemísticamente, el gobierno ha adoptado el término cubano “trabajadores por cuenta propia”, que en el léxico gubernamental cubano llama “cuentapropista”.
El cuenta propista no disfruta de la seguridad social: sin vacaciones pagas, ni prestaciones laborales. Pero es indudable que su trabajo es precario, como señalan los sindicatos.
Población y empleo son dos de los apartados de la tabla estadística venezolana. No son los únicos. La inflación, precios, tasas de crecimiento económico, producción petrolera -entre otros- son otras importantes cifras de la economía que no se conocen. Y cuando se publican, nadie las cree. Tal es el caso del Banco Mundial (BM), que en sus tablas estadísticas referidas a Venezuela coloca una rayita, aclarando que no dispone de esas informaciones.
Proyectar hacia dónde va Venezuela, cuando se desconocen las estadísticas, es una tarea que raya en la fantasía. En este sentido, los economistas se convierten en una especie de “antropólogos” de los números: con un dato minúsculo, algo así como un pedacito de hueso numérico, deben inferir el todo. Lo que es análogo al trabajo del antropólogo, que al encontrar enterrado un pedazo de hueso, que no llamaría la atención al común de las personas, concluyen que era de sexo femenino, de 26 años, 1,6 de altura y que probablemente había estado embarazada.
Así, las estadísticas en Venezuela son una especie de lotería de animalitos, porque a los números no se puede apostar. No son confiables.
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