Por Eduardo Martínez
En Venezuela rige una cultura de la muerte, a pesar que la Constitución (1999) prohibe la pena de muerte. Sin embargo, eso no es impedimiento para que los cuerpos policiales y militares esten informando -con bastante frecuencia- el haber “dado de baja” a venezolanos que presuntamente son delincuentes.
Estos sucesos son una radiografía que enluta a la familia venezolana, pero que tambien dibuja lo que anima en esos operativos a los mandos y a los que accionan con sus dedos índices las armas que portan.
En esos partes policiales que llegan a la prensa, siempre se resalta que los dados de baja enfrentaron con armas a la fuerza pública. Aunque queda de relieve, en las fotografias de estos sucesos, que muchas veces los efectivos no portan en su dotación las ‘‘esposas’’. Implemento con el cual inmovilizan a los presuntos delincuentes una vez reducidos.
El pasado fin de semana, el parte policial nos llegó desde los Altos Mirandinos. Lugar donde se registró un cruento enfrentamiento entre dos bandas.
Se desconoce si las fotografias que circularon, con los dados de baja, fueron asesinados por sus colegas o por la fuerza policial. En todo caso queda la impresión de haber sido un ajusticiamiento, por donde se le vea.
En una sociedad como la nuestra, de fuerte arraigo cristiano, los descarriados tienen derecho al arrepentimiento, el perdón y la redención. Por eso se habla de la “re educación” de los delincuentes para que puedan ser re insertados en la sociedad.
Estos principios adquieren relevancia cuando se trata de jóvenes y menores de edad. Teniendo una vida por delante, y a pesar de haber delinquido, el Estado tiene el deber de hacer un gran esfuerzo para encarrilar a estos muchachos.
Cuando vemos las caras de estos jóvenes, cuyos cadáveres ensangrentan el asfalto de nuestras calles, nos damos cuenta que son unos niños. Para un régimen como el venezolano, que dentro de sus clichés políticos propugnó el nacimiento de un “hombre nuevo”, encontramos que lo que ha hecho es enterrar “muertos nuevos”. Muchachos que nacieron “en revolución”, y que si son mayorcitos, estudiaron primaria a partir de 1999.
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