La ayuda que requiere Venezuela de cara a una historia británica

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Por Eduardo Martínez

Una de las políticas de gobierno, que debe ser cambiada en Venezuela, es aquella relativa al uso de los fondos con los que cuenta el Estado venezolano.

La costumbre ha sido, y sigue siendo, el usarlo sin sentido de devolverlo. Gastarlo como si el erario público fuera una bóveda sin fondo, y su uso a fondo perdido. Aunque de pasar de regarlo a fondo perdido, a esperar también dinero a fondo perdido. Es decir: «regalao».

Lo más grave de esta usanza ha sido repartir el dinero, incluyendo a otros países en los cinco continentes. Una modalidad que fue utilizada puntualmente en el período 1959-1999, y que sería profundizada a partir de 1999. Es a partir de esta fecha que se sumó el petróleo crudo en barriles al reparto en dinero contante y sonante.

Hoy en día, cuando Venezuela está sumida en la mayor crisis de su historia y la repartición de dinero llegó a su fin, la clase política y los expertos hablan de solicitar ayuda humanitaria a otros países. Algo que en muchos de esos países no llega a entenderse, por cuanto en los primeros 15 años del régimen Chávez-Maduro, Venezuela contó con ingresos petroleros del orden de un millón de millones de dólares.

Si algo debe entender el venezolano, y sobre todo la clase política del gobierno -o con aspiraciones de serlo- es que el dinero que no producimos tiene su valor y debemos devolverlo con el esfuerzo de nuestro trabajo.

Venezuela no puede vivir de las limosnas de otros y de las remesas familiares de los 7 millones y medio de venezolanos que se fueron.

Se estima que las remesas. que envían los emigrantes de Venezuela, alcanza el orden de los 2.500 millones de dólares al año. Un dinero que sus familiares destinan principalmente a comprar alimentos y otros gastos de vida.

Esa presunta “recuperación económica” tarareada por el régimen, es producto de la circulación del dólar-remesa. Dólares que vemos sacar del bolsillo en los mercados y hasta en los shows montados en los últimos tiempos de artistas internacionales.

El arroparse hasta donde la cobija alcanza, pasa por el hecho que esa cobija debemos pagarla. Si no nos da el dinero para comprar la cobija de lana, deberemos conformarnos con una cobija de material sintético, que será más barata. Y si producimos más, entonces podemos arroparnos con el calor que proporciona la lana.

Una historia británica

En el mundo hay buenos y malos ejemplos de las experiencias vividas por distintos países y sociedades. Un buen ejemplo es el acontecido en el Reino Unido.

Entre julio y octubre de 1940 los alemanes bombardearon el Reino Unido, al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Ese episodio fue llamado la Batalla de Inglaterra.

La acción aérea alemana costó la vida entre 27 mil 450 y 43 mil civiles, y 51 mil heridos. Un millón de casas fueron destruidas, dejando sin techo a 2 millones 250 mil personas.

Winston Churchill, primer ministro británico, ante el curso negativo de la guerra y a las puertas de una invasión de la isla por primera vez en mil años, solicitó con desespero ayuda al presidente Franklin Roosevelt.

El presidente de los EEUU, si bien tenía conciencia de la amenaza que representaban los alemanes ya en guerra con Francia ye l Reino Unido, enfrentaba en Washington el espíritu aislacionista que caracterizaba al Congreso y al pueblo estadounidense. Lo cual tuvo que vencer con una propuesta audaz: la Ley de Préstamo y Arriendo (Lend-Lease). Un texto legal que hizo uso del espíritu anglosajón del uso del dinero. Si bien era una ayuda, debía ser pagada al final de la guerra.

Roosevelt explicó, en una alocución radial, que su idea del Lend-Lease mediante la que sería llamada parábola de la manguera del jardín (the garden hose parable). ?“A un vecino que tiene su casa en llamas, lo que pone en riesgo la tuya, dijo Roosevelt, no le vendes tu manguera del jardín sino que se la prestas para que una vez que haya apagado el incendio te la devuelva”.

Lo que se tradujo en que se debía devolver el equipamiento al final de la contienda, que había sido dada en alquiles o préstamo. Si no se devuelve, se pagará.

Gracias a esta Ley, EEUU envió suministros por 51 mil millones dólares a sus aliados en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, equivalente a 667 mil millones de dólares de hoy en día.

En el caso de la petición de Churchill, el Reino Unido recibió 31 mil 400 millones de dólares en ayuda.

La contraparte de la ayuda fue muy dura, en opinión del primer ministro británico. Las reservas internacionales en libras y oro, estimadas en 4.500 millones dólares, debían ser agotadas en pagos por lo que Estados Unidos enviaba. Además, el Reino Unido transfirió la propiedad de las empresas que tenía en los Estados Unidos.

Todas las historias tienen un fin, por lo menos en los países serios. En diciembre del año 2006, 65 años después de finaliza la guerra, el Reino Unido transfirió a los Estados Unidos 43 millones de libras esterlinas, el último pago de los préstamos.

Finalizada la guerra en 1945, por la precariedad de la economía británica debida a los gastos militares, Estados Unidos prorrogó por 5 años el pago de la deuda.

Desde 1950 Reino Unido fue cancelando las cuotas en cuotas, al final de cada año, excepto en seis ocasiones: 1956, 1957, 1964, 1968 y 1976, debido a coyunturales motivos políticos y económicos.

De acuerdo a expertos, el total del préstamo concedido por Estados Unidos, equivale hoy en día a 119.000 millones de libras, el doble del PIB británico de la época.

Enseñanza…

Para tener una economía sana, en la mente sana de los venezolanos, habrá que pagar las ayudas que nos “ayuden” a salir del foso.

editor@eastwebside.com

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