por José Guerra
La respuesta obvia a esta interrogante es que ni el gobierno ni el BCV pueden sostener la cotización del dólar en Bs. 6,30. Aunque los altos funcionarios del gobierno digan una y otra vez que la tasa de cambio oficial no se va a devaluar durante 2014, la terca realidad terminará imponiéndose y, de una manera u otra, el bolívar experimentará una nueva devaluación.Todos los indicadores económicos muestran un deterioro de tal magnitud que hacen imposible el sostenimiento de una tasa de cambio totalmente irrealista. Para que una moneda como el bolívar sostenga su paridad con relación al dólar, deben cumplirse un conjunto de condiciones,
ninguna de las cuales está presente en la economía venezolana. En primer lugar, el BCV debe gozar de una sólida posición de reservas internacionales de forma tal de satisfacer la demanda por moneda extranjera a la tasa de cambio oficial. Como muestran las estadísticas del BCV, las reservas internacionales han venido declinando de manera acelerada, en particular a lo largo de 2013 y en lo que va de 2014, donde la pérdida de activos externos del instituto emisor se ha agudizado, tal como se evidencia en el gráfico adjunto. Un banco central con las reservas menguadas como es el cado del BCV, simplemente está inhabilitado para defender cualquier tasa de cambio en el entorno a los Bs. 6,30 por dólar.
Si bien el acervo de dólares es limitado, también lo es el flujo de divisas que está entrando al BCV proveniente de PDVSA. Las cifras son más que elocuentes. De cada cien dólares de exportaciones que genera la industria petrolera, apenas cuarenta ingresan al BCV y del resto poco se sabe. Pero lo que se sabe es que una fracción muy pequeña va al mercado paralelo por diversas vías, porque de otra manera el dólar negro o paralelo no estuviese cotizándose a una tasa que excede con creces diez veces el valor del tipo de cambio oficial. Con exportaciones declinantes y con una caja averiada por el descalce entre lo que se exporta y lo que efectivamente se cobra, PDVSA no está en condiciones para abastecer al mercado de divisas.
Otra condición, tal vez la más importante, para que una moneda se sostenga y no experimente devaluaciones sucesivas, es que los ciudadanos quieran mantener esa moneda como parte de sus activos. Cuando alguien compra dólares en el mercado negro, viaja, usa su cupo Cadivi en todas sus modalidades, adquiere equipos de línea blanca, vehículos, entre otros, ello representa una forma de decir que no quiere bolívares y por tanto se refugia en activos que son sustitutos de la moneda nacional. Ese repudio al bolívar como reserva de valor se está ampliando hasta tal punto que muchas transacciones ya se realizan en dólares, como son los casos de compra y ventas de inmuebles y vehículos. El hecho que la gente comience a repudiar al bolívar tiene que ver con las elevadas tasas de inflación y el castigo al ahorro nacional. No es difícil la elección de alguien que tenga Bs. 70.000 y tenga que escoger entre ahorrar ese monto devengando 15,0% de interés anual con una inflación de 56,0% o comprar US$ 1.000 o un televisor de última generación.
No se necesita un cálculo de elevada precisión económica para escoger entre la segunda o tercera alternativa. Y es esa elección la que tiene caliente al mercado negro de divisas porque la inflación y las expectativas de devaluación están acabando con dos de los roles que toda moneda cumple, el ser medio de intercambio y reserva de valor.
Esos dos atributos el bolívar los ha venido perdiendo de forma persistente e intensa, especialmente desde 2012, cuando se ha sentido en toda su plenitud los efectos de una política monetaria absolutamente desquiciada llevada a cabo por el Directorio del BCV y que ha consistido en imprimir dinero de la nada creyendo que los precios no iban a subir ni que el bolívar se depreciaría. Liquidado el bolívar como moneda, debido a la inflación, los venezolanos han venido descubriendo que hoy no hay producto caro y que comparado con mañana, lo que hoy aparenta ser costoso después resultará barato y por ello es preferible adquirirlo de una vez en lugar de esperar a que suba de precio.
Si adicionalmente se conoce que las cuentas fiscales presentan un hueco que no se puede financiar por vías ordinarias, la conclusión es que el gobierno apelará a la devaluación del bolívar para obtener los ingresos que le permita seguir gastando. Saque usted sus conclusiones y decida qué hacer con su dinero. Escoja entre ser víctima de la inflación que genera el gobierno o resguardase de ella de una manera u otra.