Isabel Idárraga: Los mejores empresarios empiezan por ser mejores personas

por Isabel Idárraga

Raúl y Miguel lo han logrado, están trabajando en los planes vacacionales de la Alcaldía del Municipio donde viven y, lo mejor de todo, están poniendo en práctica el proyecto social en el que trabajaron durante el año escolar. Han preparado actividades en las que refuerzan en los niños la importancia de actuar de acuerdo a un código de ética que contribuya a hacer de ellos mejores ciudadanos y, por ende, mejores profesionales.

Continuamente escuchamos a  las personas lamentarse del trato recibido de parte de dueños de empresas, supervisores y compañeros de trabajo. Enumeran actitudes hostiles como palabras subidas de tono y volumen, abusos como el de no otorgar vacaciones o la falta de cumplimiento del pago en los términos establecidos. Estos hechos ocasionan incomodidad e inseguridad en el cumplimiento de las labores y un ambiente no grato para el que por allí ha de transitar.

Tanto los gerentes y personal con cargo de supervisor,  como los accionistas, en su rol de dirigentes, son responsables del cumplimiento de ciertos códigos de ética dentro de sus negocios y, además, han de ser los primeros en cuidar el ejemplo que dan. Lideran equipos de trabajo y, desde esa posición, están comprometidos a ejecutar una labor que redunde en la consolidación de la compañía   y de su impacto positivo en la comunidad en la que actúa.

Un líder cabal tiene principios que son inherentes al ser humano y que apoyan su necesidad de desarrollo y felicidad, como son la libertad, la igualdad y la solidaridad. Además, posee valores que determinan sus aspiraciones o metas, las cuales se fundamentan en los principios universales del hombre.  A partir de estos principios y valores, el emprendedor establece las políticas y metas dentro de su empresa y se  gana el apoyo de sus trabajadores para alcanzarlas.

El código de ética indica el deber de respetar a los trabajadores con lo que se crea un clima propicio para lograr productividad que  se traduce en el logro de objetivos de la organización. El mejor empresario  respeta los acuerdos económicos establecidos con sus trabajadores y les brinda entrenamiento adecuado y oportuno para que crezcan dentro de la empresa. Por otra parte, reconoce la importancia del aporte que cada uno de ellos hace en la consecución del éxito de la compañía y los motiva a seguir adelante.

Raúl y Miguel, a pesar de ser quinceañeros, están convencidos de que los emprendedores que se rigen por un código de ética generan un impacto positivo en los trabajadores de sus empresas y, por ende, en su comunidad. Están seguros de que en la medida en que los seres humanos respeten los principios universales y los valores del hombre, hay esperanzas de tener una mejor sociedad. Es por ello que se dedican con pasión y entusiasmo a su trabajo en este periodo vacacional.

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