por Eduardo Martínez
La crisis financiera, que sacude a las economías de los principales países del mundo, tienen en común los llamados “bonos soberanos”. Estos bonos, emitidos por los países, vienen confrontando gravísimos problemas en la percepción de inversionistas y agencias calificadoras de riesgo.
Las magnitudes de las deudas públicas han hecho dudar de la capacidad de estos países para honrar sus compromisos. Lo que se traduce en un alza histórica de las tasas que deben remunerar los bonos emitidos. Lo que introduce a estos bonos en un ciclo cerrado de desconfianza. Si los bonos no se pueden honrar a las tasas iniciales, intereses mayores aumentan las dudas de los analistas y, por ende, hace más crítica la calificación del riesgo de default (falta de pago) asociado a los bonos.
Un aumento de las tasas, abre más la brecha de los déficits fiscales de esos países. Tales han sido los problemas que Grecia y Portugal han confrontado, por lo que han debido acudir a su rescate la Unión Europea y el FMI.
En el 2008, la crisis financiera afectó directamente a los bancos, por cuanto una gran porción de las carteras hipotecarias se habían vuelto incobrables. Esto debilitó a los bancos y los fue arrastrando a la quiebra. Razón por la cual los gobiernos tuvieron que acudir al rescate del sistema bancario.
Más allá de malos manejos de las quiebras y los aportes oficiales, el esquema de rescate entró en crisis porque fueron pensados con crecimientos económicos no se han venido dado. Las economías se han venido recuperando muy lentamente y, en el caso de Grecia, Portugal y España, no se tomaron las medidas económicas necesarias para ello.
Por supuesto, esta crisis de los bonos soberanos afecta al resto de los sectores que integran las economías de los países. La preocupación de la UE y del FMI es que, si no se detiene a tiempo, puede tener un efecto dominó y multiplicador hacia el resto de los países de la eurozona.
Con el advenimiento de la crisis de la deuda en los EEUU, por la incapacidad de los políticos de llegar a tiempo a un acuerdo parlamentario sobre el techo de la deuda estadounidense, tomaron cuerpo los riesgos de una recesión mundial.
Esta crisis, que hasta ahora ha asustado a gobierno y desatado precios records en el oro, comienza a pasearse por el resto de los países.
Esperemos se tomen las medidas necesarias, tanto en los países como en los organismos multilaterales, para restaurar la confianza en los mercados.