Federico Rivero: Reflexiones para compartir

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Por Federico Rivero (*)

Resulta paradójico observar, como en la era de la información y las comunicaciones, tantas sociedades parecieran haber tomado un giro evolutivo (o mejor llamarlo involutivo) y han decidido apostar a su futuro, confiándoselo a personas que se destacan por su deshonestidad e ignorancia.

Especialmente aquellas, cuyos niveles de desarrollo alcanzados se ubican entre las que Peter Drucker llamó la Sociedad del Conocimiento.

Desconocimiento de la historia, negación del conocimiento científico y tecnológico, alteración de la realidad sin ofrecer demostraciones o fabricando pruebas falsas, explotación de creencias y falacias disfrazadas de realidades objetivas, demonización de las diferencias de cualquier tipo (raciales, religiosas, de género, culturales, de nacionalidad, de idioma… y pare Ud. de contar).

Lo importante es fabricar un enemigo fácil de identificar.

Las diferencias – cualesquiera que sean – deben ser exageradas para que sirvan de uniforme y bandera. Es muy difícil combatir contra un enemigo que no puede ser identificado como tal.

Siempre surge la duda cuando los contrarios pueden identificarse el uno con el otro. Ningún comandante quiere que sus hombres tengan dudas como esta.

Si somos prácticamente iguales, ¿por qué tengo que combatirlo?.

El problema, es que las creencias operan en el plano de las emociones y desplazan la habilidad de razonar. Esto lo saben y lo manejan habilidosamente las Izquierdas y las Derechas. Entre las cuales – cómodamente – se han ubicado los pretendientes a “Salvadores” de la humanidad.

Podemos substituir la palabra humanidad por Patria, País, Ciudad, Raza, Culto, Fe, Clase social o económica, o cualquier otro aspecto diferenciador que sea conveniente para el candidato a “Salvador”.

Lo importante es que la práctica se ha generalizado y cuenta con la ayuda de poderoso aparatos comunicacionales.

Estos compiten por la atención de las poblaciones, utilizando los mismos métodos y agregando al caos y la confusión.

La difusión de mentiras y medias verdades por los “Medios Formales” se confunde y amplifica mediante la difusión de rumores y falsas pruebas a través de Medios Sociales o Informales.

El amarillismo, que excita las pasiones y canaliza acciones irracionales contra el “Enemigo Identificado”, sin necesidad de demostración alguna sobre la supuesta culpabilidad de ese enemigo en los diabólicos hechos que le son atribuidos.

Esto se ha convertido en el modus vivendi de una legión de animadores políticos de uno y otro lado de la división política entre Derechas e Izquierdas.

En la mayoría de los países no existen leyes para contener los daños que causan.

En aquellos, en los que las leyes protegen al público de sus devastadores efectos, los Jueces y Jurados hacen prevalecer los “sesgos ideológicos” que la ley pretendió evitar.

Pareciera que estuviéramos haciendo un tratado sobre cómo es que todo esto nos aproxima inexorablemente al fin de la humanidad como la conocemos.

No es así. Todo lo que describo son hechos objetivos. Hay múltiples demostraciones y estudios académicos que comprueban ampliamente la manera de operar de las fuerzas de la propaganda política.

Quienes controlan los hilos, a cada lado del clivaje ideológico que nos separa, no tienen ningún interés en buscar acercamientos entre uno y otro lado.

Eso no aporta nada a sus objetivos. En consecuencia, unos y otros recurren a los mismos métodos, agregando a la confusión y promoviendo un creciente estado de anomia entre quienes no están satisfechos con sus planteamientos.

Así es como las poblaciones se han venido distribuyendo entre los militantes de Derechas o de Izquierdas y los “Ni-Ni” que han sucumbido a la anomia.

Hoy en día, y cada día más, estamos siendo testigos de la aparición de un nuevo sector de la población militante: los Jóvenes.

Este nuevo grupo está armado de una educación y una cultura fuertemente arraigada en la tecnología y el conocimiento científico.

Han sido testigos, durante sus cortas décadas de vida, de la ineficacia del “status quo”, en el cual conviven Izquierdas y derechas, religiones y razas nacionalidades y culturas en eterno conflicto que solo beneficia a sus líderes de uno y otro bando.

Mientras tanto, también han sido testigos, de cómo la permanente atención a estos conflictos ha estado apareada con la total desatención a situaciones que han aprendido a juzgar como inmorales o que plantean peligros inminentes para el bienestar del planeta, sociedad, Nación, etc.

Estos jóvenes se han acostumbrado a mirarse unos a otros como “Igualmente diferentes” y le dan un gran valor a esas diferencias que no los apartan sino que le dan color y calor a sus vidas.

Y lo más importante, han aprendido a verse y a valorarse desde aquello que los hace iguales, restándole importancia, al mismo tiempo que respetan sus diferencias.

En esto último, que voy a decir puedo equivocarme, reconozco que está más basado en mis deseos y aspiraciones que en nada que objetivamente haya podido ser medido o demostrado y de cuyas pruebas yo esté consciente.

Mi impresión es que estos jóvenes están más decididos y dispuestos, que cualquiera de las generaciones que los precedieron, a hacer todo cuanto sea necesario para resolver los problemas sin atender por sus padres y por el actual zoológico político, del cual desconfían y al cual enfrentan sin cuartel.

Han aprendido a ser pacientes y a escoger sus batallas. Han venido creando sus “Grassroot Networks” en los cuales no le han dado cabida a ninguno de aquellos que han querido secuestrar sus causas. Han aprendido a desconfiar de todo aquel que se presenta con una agenda personal.

No pudiera ser de otra forma, ya que todas sus causas son “causas globales”.

(*)

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