El hueco del avestruz

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Por Eduardo Martínez

En momentos en que la crisis venezolana se prolonga, muchos venezolanos huyen de la realidad. Siete millones han emigrado. Mientras muchos de los que se han quedado, rechazan la política por no haberse generado en 23 años un cambio de régimen. En este sentido, hacen como los avestruces, que meten la cabeza en tierra para no ver lo que pasa.

No es verdad que los avestruces esconden la cabeza bajo tierra cuando se sienten amenazados. Eso es uno de los tantos “mitos urbanos” en los cuales nos gusta creer.

A esta creencia popular han contribuido las tiras cómicas, en las cuales ilustran a estas grandes aves corriendo, para luego detenerse y meter la cabeza en un hueco en tierra. Lo que da la idea de que, como no logran ver lo que está en la superficie, la amenaza habría desaparecido.

Cuando una persona se siente amenazada y se esconde sin enfrentar al enemigo, se dice que mete la cabeza en un hueco como el avestruz. No quiere ver, para no sentirse amenazada. Una expresión insultante para estas aves, por cuanto lo que el avestruz hace es poner la cabeza a ras del suelo para tratar de pasar desapercibido. Una reacción instintiva.

Hay que resaltar que, entre las otras características de esta bípeda ave, se encuentra el disponer de dos grandes ojos -de cinco centímetros de diámetro cada uno- en su pequeña cabeza. Lo que le permite poseer una excelente visión.

Estas dos características del avestruz, una actitud de tratar de pasar desapercibido en caso de peligro poniendo la cabeza a ras del suelo, y poseer una gran visión, evidencia que no es cobarde sino que está a la espera de una oportunidad para sacar ventaja y salvar su pellejo.

En cuanto a los seres humanos, la actitud avestruciana de no querer ver la realidad es una especie de reacción psicológica ante la adversidad. Es una huida pasiva, muchas veces sin movimiento, para no enfrentar.

Este no enfrentar, es un mecanismo de defensa. Y como tal, la huida del peligro o la adversidad es la reacción ante el no saber el resultado de si se va a triunfar, por lo que entonces es mejor huir.

En Venezuela luego de 23 años de régimen, con sus protestas, reiteradas elecciones de dudosos resultados, persecusiones, diásporas, exilio, se ha retrotraído a los años noventa -previos a la era Chávez- cuando los venezolanos transitaron por el camino de la antipolítica.

En esa oportunidad, de finales del siglo XX, los venezolanos acertaron en enumerar los problemas del país -lo que era fácil porque les afectaba directamente- para errar en el momento de buscar soluciones. Así como también, equivocarse la decidir su voto. Obviamente, no todos los venezolanos, pero si la mayoría suficiente para que triunfara una propuesta de izquierda radical.

Lo que abonó el terreno de ese triunfo, fue la moda del momento en la región y en el mundo: la antipolítica. Lo que en verdad escondía un rechazo a los partidos y sus dirigentes. Lo que cuadraba con una estrategia para la instauración de un gobierno autocrático, y la sustotución del régimen democrático.

Dos décadas después, y ante los sucesivos fracasos de generar un cambio de régimen, regresa una corriente de la antipolítica de nuevo cuño. Solo que esta vez la estrategia es pasiva. Porque en el fondo lo que persigue es dejar que el régimen continúe.

Ante el pasado reciente, que lleva más de dos décadas, el hueco del avestruz ha sido construido por el dejar de luchar. Es el resignarse, ante el hecho de no producirse un cambio, a la prórrogue indefinida de la crisis nacional.

Seguimos sin aprender, y sin visualizar lo que hace el avestruz cuando se siente amenazado: poner la cabeza a ras del suelo, tener otro punto para ver la situación, y saber actuar en el momento oportuno. Mientras tanto, seguimos echándole la culpa a otros y decir que “ya basta de política”. Cuando en verdad, debemos actuar y echar pa’lante.

Ni más ni menos, nos estamos enfrentando al hueco del avestruz existente en la mente de los venezolanos.

editor@eastwebside.com

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