Editorial: No hay que tener miedo al éxito
La Comisión Nacional de Primaria (CNP) debería ser del tamaño del problema, como ha sido característico de los venezolanos. Sin embargo, hasta el momento las señales que emite es que estaría tratando de confeccionar el problema al tamaño de sus limitaciones.
La crisis venezolana exige de la dirigencia del país – o de aquellos que se creen con los atributos para serlo- de ingenio y disposición. Y si algo no se ha hecho antes, es la primera señal de que se puede hacer. Pero hay que echarle, y bastante.
Este miércoles, luego de su reunión del martes con un sector de la oposición, la CNP dio señales que rompe el amorronamiento. Comenzó a desandar los pasos, al incorporar otras 8 ciudades en el exterior a la primaria del 22 de octubre.
Si se piensa que estaba a punto de aprobar la no realización de la primaria en el exterior, elevar un 10% el listado de ciudades para votar, es un pequeño pero gran avance, al cambiar la dirección de los pasos que estaban tentados de dar.
Sin embargo, no es suficiente. Son casi 8 millones de venezolanos que viven fuera de las fronteras de Venezuela. Esos venezolanos, que han sido lanzados al exilio -económico o político- deben ser siempre considerados en las estrategias de los que seguimos en el país.
Quienes viven o han vivido en otros países, conocen de primera mano que las oficinas consulares de Venezuela se han caracterizado por no ayudar a sus ciudadanos, como lo hacen otros países.
Esta Primaria abre la posibilidad de enviar claras señales que, el movimiento con opción de triunfo en las Presidenciales del 2024, va a cambiar esa tradición. La diáspora tendrá quien los considere, los oiga, los invite a participar y le otorgue la posibilidad de participar.
La otra señal que debe enviar la CNP, es que la oposición está en capacidad -cuenta con el ingenio, la disposición y las ganas- para vencer las barreras de las distancias y la dispersión, para lograr que cuente la opinión de quienes viven en Venezuela, y de la mayor parte de los casi 8 millones de venezolanos repartidos por los cinco continentes.
Lo más fácil es fracasar. Solo hay una opción para ello: No Hacer Nada.
No hay que tener miedo al éxito.
Eduardo Martínez, Editor
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