Cuando el bolívar perdió su encanto…

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Por Eduardo Martínez

El bolívar -nuestro signo monetario- pasó de ser una moneda fuerte a un papel que nadie quiere, y si bien son varios los factores que fueron debilitándolo en los últimos 40 años, tal vez el golpe de gracia lo recibiría cuando el régimen se dio a la tarea de recoger los billetes de 100 bolívares.

A pesar de no ser una historia tan vieja, el peso de los problemas nos ha hecho olvidar ese negro episodio, que nos obligó a depositar en la banca el efectivo que teníamos de esos billetes.

Una cosa es el bolívar perdiera valor frente al dólar. Lo que ocurrió desde 1983 con grandes y pequeños saltos. Eso hizo que gradualmente se perdiera la confianza en el bolívar.

Por el contrario, lo que ocurrió con la recogida de los billetes de 100 bolívares, fue una demolición de nuestro signo monetario. Fue el «palo cochinero» al bolívar.

¿Por qué ocurrió esa recogida de los billetes de 100?

Si se consulta a los expertos, nos advertirán de varias razones:

  • Que los billetes se estaban utilizando para falsificar otras denominaciones.
  • Que la producción nacional de bienes había caído a unos niveles, que en la cercanía del fin de año, el régimen debía tomar medidas para disminuir la presión sobre las compras. Lo que hubiera desatado una espiral inflacionaria.
  • Una mezcla de ambas razones.

En todo caso, el bolívar quedó moribundo a partir de ese momento. Y la hiperinflación dejó cortos a los analistas más pesimistas.

La fortaleza de una moneda se asienta en la producción de bienes y servicios de un país. En el caso venezolano, el bolívar fue fuerte en la medida que Venezuela producía petróleo para la exportación. Simultáneamente, en el país se iba desarrollando un proceso industrial que producía bienes para el consumo interno.

A partir del 1999, en el país se implantaron políticas económicas que destruyeron la infraestructura industrial, desalentaron la producción petrolera, y retrotrajeron la economía a niveles absolutos similiares a los de la década de los años 40 del Siglo XX. Esto con el agravante, de que hoy en día hay por lo menos 6 veces más habitantes que en esas épocas lejanas.

Si algo ha tenido esta realidad, es que dio al traste con lo que pregonaban los llamados “profetas del desastre”. Hay que recordar, que en el pico de los booms petroleros, hacían llamados a proteger el petróleo y evitar el “consumismo”.

Esos llamados no representaban otra cosa que un llamado para represar la circulación del dinero, un componente indispensable para el crecimiento del valor agregado y el empleo, entre otras variables económicas. Lo que -al final- constituye el elemento indispensable para el bienestar de la población.

Quienes quisieron acabar con el consumo, deben estar contentos. Los venezolanos no consumen los alimentos que debieran; se alentó el éxodo de venezolanos, hay menos consumo de bienes y servicios; no ha habido la impresión de billetes en la cantidad necesaria para que los venezolanos puedan tener efectivo en el bolsillo; y el venezolano hoy en día, sale a la calle con dólares en la cartera.

De esta manera el bolívar se convirtió en un papel muerto, que nadie tiene y nadie quiere. Así fue como el bolívar perdió su encanto.

editor@eastwebside.com

 

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