Un país sin presupuesto es como cocinar a pepa de ojo

Spread the love

Por Eduardo Martínez

No es un secreto que el gobierno venezolano ya lleva años sin someter a consideración el presupuesto del año siguiente.  Esa obligación de carácter constitucional, de presentar al parlamento el presupuesto de gastos e ingresos, quedó en el recuerdo si es que alguien todavía se recuerda.

A esta altura del año 2022, a mes y medio de fin de año, todavía el Ejecutivo no ha enviado al parlamento el Proyecto de Ley de Presupuesto del 2023. Proyecto que debe contener los gastos discriminados en montos y destinos, la estimación de los ingresos, y la estimación de los parámetros más importantes: precio promedio del barril de petróleo, nivel promedio de producción de petrolera, recaudación impositiva, inflación estimada, exportaciones e importaciones, entre otros.

La cuestión le ha resultado muy oportuna al régimen que rige los destinos del país. Los venezolanos deconocemos totalmente cuánto gasta la burocracia, en qué la gasta y si se tendrán los fondos suficientes para financiar esos gastos. Además de destinarse grandes cantidades a regalos en metálico a diversos países.

Todo se maneja de acuerdo a cómo va viniendo. Lo que ha contribuido a que, el aumento del costos de la vida, haya transitado del costar un poco más, a elevadas tasas de inflaciones anuales, hasta coronarse en niveles nunca antes vistos de hiperiflación.

Para los países, el uso de la práctica de presupuestar gastos y estimar ingresos, es considerada un clara política de controlar a los burócratas en sus gastos  para no entrar en déficits fiscales.

La combinación defijar el límite de los gastos, dentro del estimado de ingresos, es lo que permite a los gobiernos planificar. Un herramienta de administración, que le obliga a fijarse metas en términos de logros y tiempos.

En el caso venezolano, con la hiperflación hemos visto como el gobierno carece de metas, no tiene cuentas claras y, al final, no se vean obras concretas. Lo que su vez le ha llevado a eliminar los controles previos, y no tenerse el como ejercitar el control posterior.

Cuando observamos esta “metodología” bolivariana de gobierno, signada por nuevos paradigmas administrativos, encontramos que es identica al cocinero que para cocinar, sin apego a un recetario, llena una olla de agua y va agregando los ingredientes a “pepa de ojo”. De tanto en tanto mete el cucharón y prueba, y si se pasó de condimentos, le echa más agua.

editor@eastwebside.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *