El diario El Nacional publicó un editorial sobre el endeudamiento adicional solicitado por el gobierno. Lo reproducimos por considerar que el análisis es claro y las conclusiones acertadas y pertinentes.
A continuación ofrecemos el texto completo:
Más deuda rojita, y menos soberanía
La autorización al Gobierno de endeudamiento adicional por 45 millardos de bolívares que aprobará la Asamblea Nacional confirma la inmensa irresponsabilidad con la que se maneja la economía nacional. Con urgencia inusitada, y sin permitir que los ministros del ramo expliquen ante los diputados el destino que se dará a la nueva deuda, se va casi a duplicar la posibilidad de contraer compromisos durante el presente año, lo que aumentará las obligaciones de la república ante terceros y elevará su monto a niveles difícilmente sostenibles.
Lo insólito de la solicitud del Gobierno, y de la rápida y sumisa respuesta de los diputados oficialistas, es que sucede en un contexto privilegiado de jugosos precios del petróleo que incrementarán a más del doble los ingresos previstos en el presupuesto nacional.
En Venezuela hemos vivido ya varias veces el ciclo perverso que se inicia con un alza en los precios internacionales de los hidrocarburos, continúa con un aumento de la deuda pública y desemboca en crisis económicas caracterizadas por la inflación, el estancamiento, el desempleo y la devaluación. Y termina con la contratación de nueva deuda simplemente para pagar la ya adquirida.
Pero aparentemente nada hemos aprendido de esas experiencias. Y, aunque ya se observan los síntomas mencionados del malestar económico, seguimos endeudándonos aceleradamente.
Mientras en los años 2007 y 2008 el endeudamiento autorizado no llegó a los 10 millardos de bolívares, en 2011 será de casi 100 millardos, exactamente 97.201.988.751 bolívares. Con ello se afecta no sólo el futuro del país, sino que se pone en riesgo la soberanía, porque a la hora de cobrar los acreedores insatisfechos no suelen ser muy compasivos.
Estos peligros no disminuyen la voracidad fiscal. Prevalece la consideración de que el próximo año será de elecciones y es necesario mantener el poder a todo trance para que no termine de naufragar la revolución. Después… el diluvio. De manera que ahora es preciso hacer todas las promesas, aunque no se tenga la capacidad para cumplirlas, y maquillar la crisis económica. Eso requiere dinero y, como el que había ya ha sido malgastado, no queda más remedio que endeudarse hasta donde sea posible.
El endeudamiento excesivo, bien sea en los mercados capitalistas o con China y Brasil, no parece que sea suficiente para evitar la debacle electoral oficialista el año próximo. Porque no sólo hay que tener los reales, sino saber gastarlos.
Y el despilfarro de los grandes recursos recibidos durante los últimos doce años, así como el estado calamitoso en que se encuentra la economía nacional, garantizan que las grandes heridas que ha recibido el país no puedan ser escondidas bajo un maquillaje electorero.
La señal de pánico que significa la solicitud de un nuevo endeudamiento indica que, de alguna manera, el Gobierno tiene conciencia de este peligro pero prefiere mantenernos en la mentira y en el embuste.