Por Eduardo Martínez
“El concepto de paradigma es utilizado comúnmente como sinónimo de “ejemplo” o para hacer referencia a algo que se toma como “modelo», Wikipedia
La manera de cambiar, para que siga todo igual, es la utilización de la expresión “cambio de paradigma”. Se usa para hacernos ver que se están cambiando las cosas, para luego darnos cuenta -casi siempre tarde- que no cambió para bien, sino para entronizar iniciativas autocráticas.
La idea es lanzar, al tapete de la opinión pública, slogans, palabras, términos y conceptos etéreos (intangibles) para presentar nuevas maneras de gobernar. Sin embargo en el fondo, y a la vuelta de la esquina, consolidar esquemas y métodos de control social.
Sin embargo, cuando la aplicación de esos nuevos “paradigmas” resultan negativos, inmediatamente se elaboran nuevos paradigmas para reemplazar valores usos y costumbres, aunque estos sean centenarios y hasta milenarios.
Dejando de lado la historia, la tradición y la cultura, pichones del control social, se dan a la tarea de hacer cambios de paradigmas. Muchas veces, sin pensar muy bien los efectos secundarios, causan un impacto negativo en la sociedad que pretenden controlar.
Tomemos el consumo del trigo como ejemplo. El pan es uno de los alimentos más viejos de la humanidad. Se dice que formaba parte de la dieta básica de la prehistoria. En efecto, en Jordania se han encontrado restos de pan de hace 4.000 años, y algunos arqueólogos aseguran que el pan de trigo fue preparado por primera vez en Egipto hace 9.000 años.
En América Latina, de México a La Patagonia, los intentos de aplicar la metodología de los cambios de paradigmas, ha tenido efectos terribles. Tal es el caso de la producción del pan.
Si bien es verdad, que no en todos los países se puede producir el trigo para elaborar el pan, se recurre al intercambio comercial en los países que no lo producen (por razones climáticas, principalmente).
Cuando el equilibrio económico se ve afectado, por la aplicación de medidas económicas, la industria, manufactura y comercio del pan se ve interrumpido.
Es ahí cuando viene un nuevo “paradigma”, el de sustituir el pan por otro producto, similar o no.
Este paradigma de la sustitución del pan y otros productos, se verá acompañado de presuntos expertos que razonarán en el caso del pan, que es nocivo para la salud, que afecta el crecimiento de los niños, así como también el desarrollo de la inteligencia, etc.
Lo importante de este contexto, no es el cambio de paradigmas, es la utilización de ese cambio para controlar una sociedad. No importa que todo lo demás se destruya.
Es en esa destrucción en la que se basó la metodología marxista-leninista del Siglo XX. Se elaboró la meta del “hombre nuevo”, para lo cual había que instaurar una nueva sociedad. La cual se podía alcanzar destruyendo la sociedad existente. Para lo que el imaginario marxista ideó el concepto de la “tierra arrasada”.
“Solo sobre la tierra arrasada se puede construir una nueva sociedad que diera nacimiento a un hombre nuevo”, proclama a viva voz la dirigencia comunista. Realmente un imaginario, porque la realidad misma demostraría para finales del Siglo XX, destruida una sociedad, ni existía una nueva, ni existía un nuevo hombre. Sin embargo, las sociedades de estos cambios de paradigmas ejercía un férreo control social para que no cambiaran los paradigmas.
Es así como siguió teniendo vigencia un viejo adagio siciliano: Cambiar todo, para que todo siga igual. Aunque debemos reconocer los aportes del comunistar que agregaron a la expresión “… y hasta peor”.
@ermartinezd