El asesinato de Petróleos de Venezuela comenzó el día que el fallecido sátrapa decidió colocar a Héctor Ciavaldini en la presidencia de la empresa. Desde ese momento, cinco fueron los jefes de la pandilla que liquidó a PDVSA: Héctor Ciavaldini, Gastón Parra, Ali Rodríguez, Rafael Ramírez y Eulogio del Pino. El actual encargado de la presidencia de la empresa, Nelson Martínez, será el encargado de enterrarla.
En 18 años Pdvsa pasó de ser una empresa petrolera organizada a ser un centro de lavado de dinero, endeudada hasta la raíz, soporte de una narco-dictadura, pasto de corruptos e ineptos quienes la han saqueado de manera inmisericorde. El Cuadro 1 nos resume su historia en cuanto a cifras:
Sin embargo, estas cifras no cuentan toda la historia trágica de la empresa. No nos dan la medida de la perversión sufrida por su misión y por sus objetivos; de la corrupción de sus gerentes y contratistas; de sus actividades ilícitas de lavado de dinero y de utilización política de sus recursos; de la manera vil como ha entregado petróleo regalado o fuertemente subsidiado a países extranjeros; de la prostitución de sus cuadros gerenciales y laborales. Esta otra parte de la historia se ha venido documentando año tras año en innumerables artículos y reportajes que serán la base de la acusación que se hará a la pandilla asesina.
Comportamiento de los jefes de la pandilla:
Héctor Ciavaldini
Al nombrar a Roberto Mandini presidente de Pdvsa, Hugo Chávez le colocó al lado un comisario político llamado Héctor Ciavaldini. A medida que Mandini se iba desencantando de la manera como Chávez deseaba manejar a Pdvsa, la intervención de Ciavaldini se hacía cada vez más grosera. Cuando Mandini protestó, Chávez lo remplazó con…. Ciavaldini. Este personaje había sido un empleado menor de Pdvsa y había sido despedido por su incompetencia, por lo cual decidió demandar a la empresa. Cuando fue nombrado presidente, se dio el absurdo de que el nuevo presidente de Pdvsa la tenía demandada. La tarea de Ciavaldini fue la de purgar a la empresa de gerentes profesionales y comenzar a militarizarla. Sin embargo, su mediocridad e ineptitud obligaron a Chávez a destituirlo a los pocos meses. Se enfrentó con los sindicatos petroleros, quienes fueron a la huelga, la cual generó su salida de la empresa.
Gastón Parra
La gerencia petrolera se rebeló en contra de la decisión del difunto sátrapa de remplazar a Guaicaipuro Lameda en la presidencia de Pdvsa con Gastón Parra, un profesor marxista de la Universidad del Zulia, quien repetidamente había manifestado su odio en contra de lo que él llamaba una gerencia “apátrida”. Parra era un economista teórico que jamás había gerenciado una empresa, mucho menos de la complejidad de Pdvsa. Fue un peón de Chávez, quien lo puso allí precisamente para generar una reacción de los gerentes en su contra y lograr así una excusa para tomarla por asalto. Al rebelarse los gerentes, los despidió. Al hacerlo, condenó a la empresa al fracaso, pues ya nunca pudo recuperarse de haber perdido sus mejores empleados.
Ali Rodríguez Araque
Este personaje ha sido una especie de “jocker” del chavismo. Ha sido colocado en múltiples posiciones en el régimen y, en todas, ha contribuido al desastre. Su permanencia en Pdvsa sirvió para poner a la disposición de Chávez todas las instalaciones, equipos y recursos financieros de Pdvsa, a fin de que la autocracia se convirtiera progresivamente en una dictadura. Ali Rodríguez había sido un terrorista en los años 60, dinamitando instalaciones petroleras. En su nueva condición de presidente de PDVSA la dinamitó por dentro, con entera impunidad.
Rafael Ramírez
La entrega de Pdvsa al sátrapa se intensificó durante el largo manoseo de Pdvsa llevado a cabo por Rafael Ramírez. Durante esta etapa la empresa fue prostituida al convertirse en quincalla importadora de comida (frecuentemente podrida), constructora de viviendas de mala calidad, instrumento financiero de Chávez, vehículo para financiar campañas presidenciales foráneas y domésticas, para entregar petróleo a países “amigos” y para enriquecer contratistas afectos a la “revolución”. Su discurso en el cual entregó la empresa a su amo, Chávez, es un clásico de la corrupción. Durante su estadía en PDVSA llegaron a la faja del Orinoco una multitud de empresas sin tecnología, sin experiencia, sin capital suficiente, lo cual explica el estancamiento que ha sufrido esa región petrolera. El desarrollo petrolero del país se detuvo y fue remplazado por una incesante habladera y por anuncios falsos sobre grandes contratos y grandes inversiones, las cuales nunca se concretaron. Se llevaron a cabo contratos sin transparencia y nunca investigados, como los de Ruperti, los del Aban Pearl, los de Petrosaudí, los de Derwick Associates, además de docenas de otros contratos con familiares y amigos.
Eulogio del Pino
Durante la presidencia de Ramírez, del Pino ya estaba en una posición de co-responsable del desastre. Era Director de Exploración y Producción de la empresa y, por lo tanto, aprobaba todos los fraudes que se llevaron a cabo en este sector. Su entrega a la pandilla y al narco-régimen se acentuó durante su presidencia de Pdvsa. Dejó de hablar el lenguaje gerencial que la antigua Pdvsa le había enseñado, para comenzar a hablar de la “revolución”, del “gigante Chávez”, de la “gerencia obrera”, de “la planificación estratégica llevada a cabo por cien mil empleados y obreros de la empresa”, una sarta de indignas declaraciones que solo llevaban como propósito su afianzamiento en el poder. Mientras más se hundía Pdvsa más hablaba del Pino. Durante su estadía al frente de la empresa remató la faena destructora que había llevado a cabo Ramírez y le entregó a Nelson Martínez una empresa desprestigiada, en quiebra financiera y moral, lo que la revista Forbes llamó “la peor empresa petrolera del mundo”.
Nelson Martínez
Haber aceptado presidir esta empresa, así desprestigiada y quebrada, nos da la medida de Nelson Martínez. Como factor importante de un narco-régimen moribundo ya nos damos cuenta de lo que podemos esperar de él. Se habla de la “recuperación” de Pdvsa y se comienzan a destapar hechos de corrupción que ya conocíamos bien. ¿Por qué? ¿Es que de repente existe un deseo de rectificación, aunque sea demasiado tarde? No. Lo que sucede es que se comienza a ver la clásica pelea entre pandilleros de antes y pandilleros de ahora, lo que llaman en el sector policial un ajuste de cuentas. Los bandidos de Maduro y los bandidos de Chávez están en plena pugna por el poder.
Esta pugna sacará a flote lo peor de las dos pandillas. Mientras tanto, es ya la hora de comenzar a pensar en el modelo petrolero que usara Venezuela para remplazar el desastre que ha sido la Pdvsa chavista, empresa irrecuperable.