Por Eduardo Martínez
La guerra en Ucrania es tal vez la primera guerra convencional de alcance global, por lo menos hasta ahora. No habrá país en el mundo al que no lleguen las consecuencias de esta confrontación.
Los organismos multilaterales, como el Banco Mundial y el FMI, han advertido que los más pobres del mundo, serán los. Que más sufrirán por la carestía de los alimentos. Lo que afectará amplias zonas de África, Asia y América Latina.
Los países industrializados, que venían levantando su aparato industrial luego del lock down sobrevenido por la pandemia del Covid-19, los aumentos del petróleo, gas y derivados les impone una barrera de costos que tendrán que superar. La inflación, a tan solo un mes del inicio de la invasión rusa a Ucrania, ha comenzado a perturbar el equilibrio de sus economías. Lo pobres de esos países, también sufrirán.
Venezuela no escapa de esos embates de la guerra. Se puede pensar que el aumento de precios del petróleo, como había sido en el pasado, tendrá efectos positivos para la economía. Sin embargo, para los niveles de producción diaria -cercana a los 600 mil barriles diarios- el aumento del ingreso será inferior al aumento de los costos de lo que debemos importar. Aún, si se aumentara la producción en forma considerable.
Humberto Calderón Berti, quien por su preparación y experiencia es uno de los venezolanos más versados en el tema petrolero, advirtió reciente en una video entrevista, que a lo sumo Venezuela podrá aumentar unos 300 mil barriles diarios. Lo que significaría incrementar la producción en un 50%. Un incremento considerable para los conocedores técnicos de la materia.
Otros expertos, han observado que -en el actual estado de desinversión y deterioro de la industria petrolera venezolana- se requerirán considerables inversiones mil millonarias en dólares para elevar la producción a cifras cercanas a los 2 millones de barriles. A lo que hay que sumar, la recuperación de la infraestructura eléctrica que requiere el sistema de bombas de extracción del petróleo.
El otro problema a resolver, es que el Estado venezolano se ha caracterizado en las últimas dos décadas en utilizar en beneficio que produce el petróleo para financiar proyectos políticos transcontinentales. Lo que no solo ha llevado a dilapidar buena parte de esos recursos para empujar una deuda que supera -según estimaciones de los expertos- en más de cientos de miles de millones de dólares.
La deuda está en un estado de morosidad, en todos los frentes. No se han pagado ni capital ni intereses en los últimos años. Solo se han enviado crudos a China para saldar una deuda, cuyo monto, hasta ahora es desconocido para los venezolanos.
La guerra nos toca las puertas. Nos toca a todos. Y como siempre en estos conflictos, a unos más que a otros.
editor@eastwebside.com
Foto Cortesía de la agencia Reuters