Jorge Cajías: Nos ha dejado la abuela

Por Jorge Cajías

Nos ha dejado la abuela, Marina Marbella Patti de Cajías (1935-2023), y nos dejó un sabor triste en nuestras almas, un sin sazón descomunal, un desespero eléctrificante.

Se empeoró las ultimas 48 horas, y volcamos sobre ella todo y más de lo aprendido en las universidades, y aún así no pudimos salvarla de la muerte, esa indómita especie que nos acompaña desde que nacemos.

Fueron muchos años de vida, 87 años, que determinaron nuestras vidas y dieron forma a nuestros corazones, y nos empujaron a ser alguien en la vida, cuando era una quimera dejar de ser pobre y llenarse de gloria alcanzando un título universitario.

Pero mi mamá no flejó y con ahínco nos empujaba a sus cinco hijos hacia adelante, a lograr las victorias, y cumplir los sueños y anhelos que durante muchas generaciones en nuestra familia se habían cultivado.

Mi mamá tenía sus defectos como todos los seres humanos, pero estaba llena de cualidades que la hacían un gran mujer, que en medio de la nada, nos alimentaban con lo que podía, nos vestía con ropas unas veces compradas y otras veces, las mismas de siempre, con agujeros remendados, con zapatos rellenos de cartón por los huecos, pero con la firmeza de que debíamos acudir a la escuela de San José, donde estudiamos primaria y luego, en el liceo donde al final nos graduamos.

Así llegamos un día a la universidad agarrados de las manos de mi papá, y mi mamá siendo testigo, para señalarnos a todos sus hijos que en esta Universidad (Central de Venezuela) estudiaríamos algún día.

Y así fue, y allí estudiamos sus hijos, y no todos lograron vencer, y no obtuvieron sus títulos universitarios, pero otros si.

Recuerdo en esta hora triste y de pesadumbre, el día que mi mamá me sacó de una manifestación que habíamos organizado en mi liceo y qué pasó frente al balcón de mi mamá en San José, y al verme a mi dirigiendo la manifestación, me sacó a coscorronazos limpios de la misma.

Mi mamá siempre nos protegía a sus hijos desde pequeños, y siempre hizo lo mismo cuando éramos grandes.

Tuvo siempre buena salud y era la más joven de su generación, por lo que vio morir a mi papá y a buena parte de sus pares y amigos.

Mi papá murió el 09 de Marzo del 2002 y no pudo ver el desastre en que se volvió Venezuela. Su viuda, mi mamá, siempre estuvo atenta de sus hijos y nietos, y hasta los bisnietos. Hasta hace una semana mencionaba por su nombre los bisnietos que veía en video, Lucas y Agatha.

Nunca dio descanso a su necesidad de aprender algo nuevo y se graduó de bachiller en ciencias después de vieja, incluso llegó hasta la Universidad Central de Venezuela, Escuela de Bibliotecología, sin lograr graduarse; y se las ingenió para hacer llamadas por video FaceTime y WhatsApp, no obstante no comprender del todo eso de WiFi e internet.

Así era mi mamá, echada para adelante, todo terreno, adaptándose a cada circunstancia nueva y a cada progreso de la humanidad.

Mi mamá se fue hoy pese a mi esfuerzo como médico para arrancarle a la pelona a mi mamá. Pero no fue posible. Esto me frustra y me hace sentir triste.

Pero también es cierto que tarde o temprano todos nos vamos a ir pronto de este mundo.

En esta hora triste les pido a todos los que la conocieron que se unan a mi en una plegaria para que mi mamá descanse siempre en paz, especialmente porque siempre fue una buena mujer.

* Médico Nefrólogo venezolano

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