Isabel Idarraga. El que cuida su salud, cuida su bolsillo

Por Isabel Idarraga.

Roberto disfruta cada momento que comparte con su nieto Raúl y los martes son días especiales pues almuerzan juntos. Siempre tienen un tema de conversación y, cuando se emocionan el tiempo transcurre casi sin que se den cuenta. El abuelo dirige la charla en  torno a la conveniencia de hacer deportes y tener buenos hábitos alimenticios para gozar de una vida sana  a pesar de la edad y se pone como ejemplo, está muy bien a sus 80 años.

Frecuentemente nos relacionamos con personas que ignoran las consecuencias, en sus organismos,  de comer desordenadamente y tener una vida totalmente sedentaria. Buena parte de las dolencias derivadas de esos malos hábitos pueden ser evitadas si aprendemos desde, nuestra más tierna edad, a aprovechar las bondades de los alimentos y la práctica de cualquier actividad física, desde las más sencillas como caminar o bailar hasta deportes como futbol, ciclismo o carrera.

La buena salud permite a los seres humanos ser más productivos en todas las tareas que desempeñan tanto en sus hogares como en el plano profesional. Los padres son responsables de la formación y educación de los hijos y están en la obligación de cuidarse, al menos, mientras los hijos crecen y se convierten en adultos capaces de mantenerse por sí mismos. Es imperdonable que un jefe de familiar abuse de las grasas, el tabaco y alcohol cuando lo espera en casa su bebé de meses.

Hemos visto adultos jóvenes, descuidados en extremo, que al llegar a los cuarenta años han sufrido infartos severos o accidentes cerebro vasculares quedando incapacitados para ejercer sus responsabilidades personales, familiares y profesionales, con el agravante de que generan gastos adicionales que ponen en riesgo la estabilidad económica de sus hogares. Muchos niños han suspendido sus estudios porque sus padres enfermaron, dejaron de trabajar  y no hay dinero para el colegio.

Por si fuera poco, los efectos en nuestro cuerpo de estos malos hábitos alimenticios, los abusos de sustancias tóxicas y la falta de ejercicio conllevan incrementos de costos a la hora de adquirir instrumentos financieros tan importantes como las pólizas de salud y vida. Este aumento en las erogaciones incide directamente en el presupuesto familiar, obligando a reducir gastos en rubros como actividades extra curriculares de los niños, disfrute de vacaciones o la sustitución de la nevera que casi no enfría.

Como verás, concluye Roberto, el cuidado de la salud es un asunto de responsabilidad contigo y con tu familia. Es un tema financiero ya que los costos de una enfermedad afectan el presupuesto familiar. Por eso, dice Raúl, mi papá siempre dice que cuando mi hermano y yo nacimos se hizo el propósito de cuidarse porque nuestro futuro está en sus manos y, prosigue, cuando tenga hijos, asumiré mis compromisos con la seriedad con la que tú y mi padre lo han hecho.

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