Por Eduardo Martínez
En 1973, un 11 de septiembre, un golpe cívico-militar acabó con el gobierno socio-comunista de Salvador Allende en Chile, llevándose por el medio la institucionalidad democrática de ese país.
Había sido el primer gobierno marxista elegido democráticamente en occidente. Lo que no pasó de ser una presunción propagandística, porque en el oriente los gobiernos comunistas habían acabado con la democracia, llegaran por elecciones o por hechos de fuerza.
La lectura más simple del golpe fue decir que la derecha y el imperalismo yanky había acabado con la experiencia socialista.
A 50 años de distancia sobreviven analistas y voceros de esa experiencia, que no cesan en dar como inicio de la crisis el 11 de septiembre. Cuando la verdad es que en Chile se ejecutaba una estrategia de consolidación de un régimen de corte marxista desde el primer día del gobierno de Allende.
El eslogan de Allende, como en otras tentativas marxistoides de la región, había sido construir una Unidad Popular. Es decir, del pueblo.
Sin embargo, quienes más sufrieron las consecuencias del gobierno de Allende fueron los que menos tenían. Es decir, el pueblo.
Cuando esa madrugada las tres fuerzas militares chilenas dieron inicio a su operación militar, hacía meses que estaba interrumpido el transporte de alimentos y productos en todo el país. La escasez era una realidad. El racionamiento era práctica.
Las revueltas civiles se sucedían en toda la geografía. Sonaban cacerolas, y multitudes se agolpaban frente a las residencias de los oficiales militares para pedir que sacaran a Allende
Igualmente, lanzaban plumas de gallinas y pantaletas. La revuelta era popular y extendida.
Por otra parte, para el momento en que la izquierda es desalojada del poder, Chile mostraba en sus cuentas nacionales reservas internacionales negativas, el aparato industrial estaba siendo desmantelado, y ya había comenzado la diáspora chilena.
El socialismo real, como se empezó a llamar en esos años, había quebrado la economía chilena, y empobrecido a los chilenos.
No había manera de recomponer al país, y los militares actuaron. Lo que trajo una oscuridad de casi dos décadas.
Sobre esto habría que preguntarse de quién fue la culpa. Algo que en la izquierda todavía se hacen los locos, pasando la página del gobierno Allende y comienzan el conteo a partir del 11 de septiembre, como si ellos no tuvieran culpa alguna.
Con la instauración de la democracia, se demostró de quién eran mayoritariamente las culpas. Hoy en día Chile tiene una sólida economía de mercado que da el bienestar que Allende y su gente no le dio al país.
En nuestra edición de hoy, incluimos un análisis del profesor José Rodríguez Elizondo, quien advierte que la historia “no cierra”, y que no se puede seguir siendo rehenes del 11 de septiembre, día del golpe militar.
El socialismo evolucionó
Coincidencialmente, también hoy publicamos la nota de Raúl Ochoa Cuenca sobre Gustavo Petro, actual presidente de Colombia. Otro líder venido de la izquierda guerrillera marxista.
En este caso, Ochoa Cuenca aborda el escabroso tema de las triangulaciones de este presidente, la coca y la heroína. Un problema que el socialismo del Siglo XXI más que enfrentar, pareciera que cabalga con ella y, en ocasiones, van de la mano.
El socialismo y el futuro
También incluimos en esta edición la nota “Inviabilidad del Socialismo, del economista y profesor Neuro Villalobos, ex Rector de La Universidad del Zulia (LUZ).
Villalobos reflexiona sobre el innegable fracaso que las teorías iniciadas por Marx y Engels, cuando se intentó convertirlas en realidad por distintos personajes en el tiempo, lo único cierto de ellas ha sido su inviabilidad.
Finalmente, y también coincidencialmente, nos llegó la nota que hoy publicamos de “Socialismo en gotas”, del profesor Marcos Villasmil.
Villasmil nos recuerda lo señalado por el polaco Leszek Kolakowski en su nota ¿Qué es el socialismo? Escrito en el cual elabora una lista de las características del socialismo.
No hay que ignorar este trabajo de Kolakowski.
Antes de criticar por lo que aquí se dice:
Hay que tener claro, que una cosa son las ideas socialistas, y otra cosa son los gobiernos cuando las ponen en práctica.
Cuando criticamos la ejecutoria de estos gobiernos, se nos señala, acusa y persigue porque somos golpistas, derechistas, etc etc, utilizando únicamente las ideas, y dejan de lado las consecuencias y acciones autoritarias de esos gobiernos.
Al final, las ideas son palabras, escritas bonitamente y que sirven de excusas casi siempre. En tanto las acciones de los gobiernos envuelven consecuencias negativas.
@ermartinezd