Editorial: La paradoja venezolana
Venezuela siempre ha sido un país de paradojas, y por lo tanto siempre de desigualdades. Algo que encierra ese fenómeno de paradojas, cuando frente a una circunstancia exquisita -digna del primer mundo- tiene enfrente, al cruzar la calle, una situación del peor mundo.
Si algún logro tuvieron los gobiernos en el Siglo XX, desde la dictadura Castro-Gómez, la transición de López Contreras-Medina, el estreno de la democracia de los dos Rómulos, pasando por los gobiernos militares de Delgado Chalboud-Pérez Jiménez, y hasta llegar a los 40 años de democracia plena, ese logro fue disminuir las dimensiones de las paradojas y mejorar sustancialmente la calidad de vida de los venezolanos.
Cada uno de esos gobiernos tuvo una positiva contribución -poca o mucha- que permitiría, al gobierno siguiente, avanzar en otras contribuciones a la mejora de la vida de los habitantes.
En nuestra actual circunstancia, es evidente que el régimen carece de logros que favorezca a la mayoría de los venezolanos. Aunque siempre surgen comentarios señalando que en las zonas comerciales de lujo florecen los restaurantes caros, y que ya no hay espacio para aparcar los carros de más de 100 mil dólares.
En ese caso, debemos advertir que en nuestra paradoja, esos lujos corresponden no a una mayoría, sino a un selecto grupo de privilegiados para quienes la cercanía al gobierno los sacó de la miseria.
Mientras cualquier venezolano puede señalar por cientos y miles los empobrecidos que conoce, a la vez puede señalar -con pocos dedos de una mano- a los que conoce que se han enriquecido en los últimos 23 años. Cosas de la paradoja.
Eduardo Martínez, Editor
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