Editorial: La censura a CNN

conatel-censura-ntn24CONATEL, el ente público que regula los canales de radio y televisión en Venezuela, este miércoles ordenó a las operadoras de televisión por cable sacar del aire a CNN en español, primer canal de información de 24 horas del mundo.

La razones escritas en el comunicado, que serían complementadas por la canciller Delcy Rodríguez, transcriben artículos de la Constitución que nos garantizan “la comunicación libre y plural”, “Toda persona tiene derecho a la información oportuna, veraz e imparcial, sin censura”, entre otras citas.

Asimismo, en el comunicado se informa que se ha abierto un “procedimiento administrativo sancionatorio y las consecuenciales medidas cautelares”.

Expresa el comunicado que “tal procedimiento obedece al contenido que viene difundiendo la citada cadena internacional de noticias de forma sistemática y reiterada en el desarrollo de su programación diaria, de la cual se desprende de forma clara y perceptible contenidos que presuntamente constituyen agresiones directas que atentan contra la paz y la estabilidad democrática de nuestro pueblo venezolano, ya que los mismos generan un clima de intolerancia”.

La manera en que se ha conducido el régimen en los últimos años, de censurar, reprimir, restringir, cancelar las licencias,  y no entregar el papel a la prensa escrita, ha resultado en la negación a los ciudadanos de esa “información veraz y oportuna” que se complace en citar al sancionar “cautelarmente” a CNN.

La lectura del régimen es egocéntrica, al reservarse para si el único derecho para determinar que es oportuno y veraz.

Es comprensible que recientemente CNN le haya pisado algunos callos al régimen. Lo que provocó la histeria gubernamental, con sus amenazas primero y ahora con estas sanciones.

Primero, fue la transmisión de una investigación que revela la presunta venta de pasaportes en la embajada venezolana en Bagdad, Irak.

Habría que preguntarle a los miles de venezolanos, tanto en Venezuela como en el exterior, que tienen meses sin que se les entregue sus pasaportes, si a ellos les han ofrecido presuntamente “facilitarle” el documento, previo pago de alguna propina.

Otro aspecto, es la proliferación de nacionales de países del Medio Oriente que transitan las calle de Venezuela, y que cuando van a cancelar una compra, sacan sus cédulas de “venezolanos”, con nombres y apellidos venezolanos, y con escaso manejo del idioma español.

Segundo, ha sido la información oficial del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos en la cual se declara como narcotraficante a Tarek El Aissami, vicepresidente de la República designado por el presidente Nicolás Maduro, y se revela que las investigaciones de las agencias policiales de EEUU habrían descubierto que un poco conocido empresario venezolano es su testaferro.

Por supuesto que debe haberle producido incomodidad al gobierno dichos señalamientos, y sobre todo, el seguimiento de la noticia –no generada por CNN- por la importancia del funcionario involucrado.

Este martes, la declaratoria del Departamento del Tesoro fue noticia de primera página en todos los medios de comunicación de los Estados Unidos.

Eso fue información “oportuna y veraz”.

La expulsión, censura, sanción, entre otros instrumentos para torcerle “el rabo al cochino” de la prensa, ni son algo nuevo, ni han resultado a largo plazo. Al final siempre se impone la verdad y la justicia.

Para el régimen pareciera que solo lo que publica su “hegemonía comunicacional” es noticia veraz y oportuna. Lo que no publica, o interpreta únicamente desde su posición política o ideológica, seguramente pensará que es lo único que debe publicarse.

Lamentablemente para sus fines y propósitos, los venezolanos –en una mayoría significativa- no piensa así. Ya hay demasiados antecedentes de la censura del régimen: RCTV, NTN24, la no renovación de casi un tercio de las licencias radiales, el estrangulamiento de la prensa impresa, la desaparición de periódicos por falta de papel; y el bloqueo últimamente de portales en Internet. Todos medios, cuyo único delito, ha sido informar oportuna y verazmente lo que sucede, recogiendo opiniones independientes y contrastando puntos de vista distintos.

Lo que no ocurre con los medios oficiales y para oficiales de la “hegemonía comunicacional”.

Eduardo Martínez

Editor

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