Ecuador: cuando se acaba el dinero

Los acontecimientos del  jueves 30 en la ciudad de Quito se veían venir. Las imágenes de un presidente asediado en un hospital militar. Cientos de policías sublevados en las principales ciudades del país, protestando por sus salarios y beneficios. Manifestantes a favor y en contra. El comercio y las exportaciones paralizadas. Los aeropuertos bloqueados. Empleados públicos asediando el Congreso. Fuerzas Armadas que no aparecieron hasta el final del día. Todas imágenes que hablan por si mismo.

por Eduardo Martínez

Ecuador es un país que ha tenido 8 presidentes en los últimos 13 años. Luego que cesara sus pagos de la deuda externa en el 2008, no puede contratar nueva deuda, ni refinanciar la que se le vence, ni vender bonos soberanos. En la última clasificación de riesgo de las deudas soberanas, Ecuador está clasificada en el penúltimo lugar. Solo superada en su mala nota por Venezuela. Argentina es la tercera peor. Y como para complicar más las cosas, Venezuela se encuentra en una situación económica tal que no permite al gobierno de Hugo Chávez prestarle más ayuda de la que ya le ha dado. Ese comodín, la Venezuela de la botija llena, no existe más. Por lo menos, “por ahora”.

En esta circunstancia, acercándose el último trimestre del año, el gobierno de Ecuador se encuentra sin dinero suficiente para llevar adelante al país. El déficit fiscal es muy grande y la economía ecuatoriana, bajo las políticas de Rafael Correa, se encuentra en graves problemas.

Como ocurre siempre con la insaciabilidad fiscal de los gobiernos, cuando se encuentra al límite de los recursos, Correa ha recurrido a recortar el salario y beneficios de los empleados públicos y a tratar de ponerle la mano a los fondos existentes en el país. Recordemos que, como en Ecuador circula el dólar como moneda de curso legal, Correa no ha podido optar por esa opción más  a la mano de los gobiernos latinoamericanos: la devaluación. Con lo que no se puede poner a funcionar la maquinita de imprimir billetes, lo que hubiera ocasionado una alta inflación.

Entre las dos leyes propuestas por Rafael Correa se encuentra una peligrosa ley que obligaría a la banca a invertir la totalidad de su encaje legal para la compra de bonos ecuatorianos. Esta ley, también obligaría al sólido fondo de jubilaciones del Ecuador, a comprar 1.500 millones de dólares de forma inmediata.

Los directores del Banco Central de Ecuador han criticado el proyecto de ley, tan recientemente como el día anterior a la sublevación de los policías.

La otra ley, que sirvió de catalizador de las protestas policiales, es la Ley de Servicio Público. Modificada por el congreso y  posteriormente vetada por el presidente Correa. De ser aprobada la ley, los empleados públicos, principalmente policías y militares, verían mermados sus ingresos.

En el proceso de aprobación de la Ley de Servicio Público en el congreso, parte de la fracción parlamentaria de Correa se le enfrentó y votó en contra. Lo que resta piso político y le debilita. Esta situación provocó a inicios de esta semana en Correa la reacción de amenazar con disolver el congreso.

Debido a la naturaleza de los hechos en la vecindad del hospital militar, donde se encontraba atrincherado el presidente Correa, sumado al cerco informativo que prevaleció durante todo ese tiempo, no salió a la luz pública las manifestaciones de empleados públicos en las principales ciudades del país. Pero no por ello es menor la profundidad del conflicto desatado por Correa con estas dos leyes.

Luego del día del ayer, Rafael Correa se encuentra debilitado por la falta de dinero, el resquebrajamiento de su base de apoyo en el congreso, la protesta y sentido de rechazo de los empleados públicos y lo que se vio al trasluz de los sucesos: el poco apoyo del estamento militar en los momentos más álgidos de la crisis.

Pareciera que arrancó a funcionar el reloj de la cuenta regresiva. Ayer ningún problema se solucionó, ni se ven las vías para su solución. Son las cosas que pasan cuando se acaba el dinero.

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