Por Domingo González Villegas
Las palabras del Presidente de la Asamblea Nacional en la oportunidad de justificar el último affaire PDVSA, y su relación con el régimen: » Es inaceptable la enorme cantidad de camaradas que han abusado de la inocencia del Predidente Nicolás Maduro (…) sin darnos cuenta, ni nosotros ni el pobre CONTRALOR» (sic)
Verdaderamente pobre, pero deberíamos indagar si es ciertamente «pobre» y de qué: ¿de espíritu, de moral, de autoestima, …de bienes de fortuna…?
En fin, ser Contralor implica una buena dosis de conocimiento de lo que se TIENE que hacer, en toda la extensión de las actividades a enfrentar, no es un juego; la responsabilidad debe ser el faro que ilumine ese camino emprendido y no la solidaridad de grupo, a menos que se esté consciente/ consciente del daño que se hace, al colocar en esos cargos tan sensibles a personas, no calificadas profesionalmente, moralmente o anímicamente.
Más grave sería, que se actuara con total conocimiento de causa o, peor, premeditadamente y con alevosía al saberse los resultados futuros de determinadas actuaciones.
Pero, para llegar a una comprensión más o menos aceptable bastaría con colocar la lupa en los antecedentes de cada uno de los que integran el tren ejecutivo, empezando por el vértice de la pirámide: quién de ellos no fue guerrillero, salteador de bancos, secuestrador de personas- incluidos niños-?
Verdaderamente que hay que despojarse de hipócritas posturas esgrimiendo un amplio conscenso inclusivo, para permitir la actuación de esa gente en la vida política del país. No, hay que revisar el ordenamiento jurídico para amoldar las leyes a la realidad que ha quedado de manifiesto, abundantemente, en dos décadas, de desastre tras desastre.
Las leyes señalan, expresamente, que para ejercer un cargo público lo primero que se debe exhibir es una conducta intachable: buenas costumbres, lo que incluye lo moral/ético como primer elemento a ser considerado para otorgarle la buena pro a cualquier aspirante. Eso, ¿no es lógico? A menos que estemos viviendo, dentro de la pobreza, nuestra propia pobreza.
Como dice un gran personaje amigo: «seguiremos hablando»
* Profesor del doctorado de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV