Por Eduardo Martínez
Hay momentos en la vida en la que no podemos cometer el error de equivocarnos. Eso fue lo que habría comprendido la joven arquitecto Gabriela Álvarez en su acto de graduación, en la Universidad Simón Bolívar (USB), el pasado 8 de abril.
Impulsada por ese espíritu que envuelve en cada época de nuestra historia a las nuevas generaciones, Gabriela asumió la actitud de pronunciar un discurso que quedará para la historia.
No se quedó callada. Criticó la actuación de unas autoridades impuestas por un régimen hegemónico. Siguiendo así la línea que perfila a la juventud venezolana desde la gesta misma de independencia, cuando los estudiantes de la Universidad de Caracas se lanzaron a defender la patria naciente en la batalla de La Victoria. Una gesta que celebramos a perpetuidad cada 12 de febrero como el Día de la Juventud.
“La universidad está en mengua. Nos enfrentamos a una realidad aplastante, a una institución en decadencia, a una puesta en duda del futuro de nuestra casa de estudios. Por si fuera poco, a lo anterior habría que añadir la falta de ética, liderazgo y misticismo por parte de las autoridades rectorales”, dijo Gabriela Álvarez.
La respuesta de las autoridades no tardó en manifestarse. Suspendieron el acto. Luego, tal vez por miedo, entregaron los diplomas y medallas a los graduandos, y a Gabriela Álvarez en un acto privado. El comentario generalizado fue: “tal vez para evitar los aplausos a Gabriela”.
“Suspender el acto de hoy 8/4 en la USB por un discurso crítico de una graduanda parece una alta demostración de intolerancia por parte de las autoridades interinas de nuestra universidad. Las consecuencias pueden ser muy lamentables. Exigimos sindéresis”, expresó la Asociación de Profesores de la Universidad Simón Bolívar.
Las autoridades interinas
La actitud de las autoridades interinas: rector Jorge Stephany, el vicerrector administrativo interino José Hernández, y el vicerrector académico Víctor Theoktisto, demostró más deberse a quienes los nombraron y/o ratificaron, que de respeto a la Constitución, la universidad, la autonomía y a los estudiantes.
Se olvidaron que son los estudiantes la razón de ser, y a quienes se deben como profesores. Una universidad, puede seguir existiendo en momentos de crisis sin profesores. Nunca sin estudiantes.
Pero sin estudiantes, la universidad es un cascarón de infraestructura destinada al olvido.
La arquitecto Gabriela Álvarez rescató con su discurso la dignidad de las universidades.