Por Eduardo Martínez
Es un acto de justicia aumentar los salarios y establecerlos en dólares, manteniendo el equilibrio entre los precios de los bienes y servicios y los salarios que devengan los trabajadores. Esto permitiría que los trabajadores puedan tener una vida digna.
Sin embargo, el establecimiento del equilibrio salario-precios no será suficiente para enderezar la economía venezolana. Si solo se realizara un ajuste salarial, como ha sido la costumbre desde hace 23 años, en poco tiempo la espiral inflacionaria se comería el aumento. Lo que también viene ocurriendo desde hace 23 años.
En Venezuela el aparato productivo, desde 1999, ha sido desmantelado. Por lo que se deben importar la mayor cantidad de productos de la cesta básica que demandan los venezolanos.
Esas importaciones consumen una cantidad de divisas tal, que solo ha podido lograrse parcialmente por el envío de remesas familiares – por parte de los 7,5 millones de venezolanos que emigraron.
Cuando las exportaciones de petróleo proporcionaban más de 100 mil millones de dólares al año, los descalabros de la política de control sobre las tierras productivas y el cierre acelerado de industrias, podían ser compensados por el ingreso petrolero. Ya no es así. Esos dólares ya no llegan. Lo que ha traído el desabastecimiento de los bienes y productos.
Es necesario articular un conjunto de políticas que simultáneamente permitan un equilibrio salarios-precios, lo que traerá como consecuencia la dinamización del mercado interno. Para ello, se debe incentivar la inversión manufacturera para que los consumidores tengan oferta de bienes y servicios que comprar en cantidad y calidad.
La idea, por supuesto, es que gradualmente crezca la oferta de productos nacionales, y que se vaya reduciendo la importación de bienes importados. Esto quitará también presión sobre la demanda de dólares. Lo que se traducirá primero, en una desaceleración de la devaluación del bolívar.
En la actual circunstancia, en que todos los sectores sociales y productivos del país están por el suelo, desplegar estas políticas no será fácil. No podemos olvidar que se necesita agua, electricidad, comunicaciones y combustibles para la producción y para la vida, en forma constante, de calidad y en la calidad requerida para satisfacer la demanda.
Cuantificar las inversiones requeridas para activar los servicios públicos, es un tema de discusión de los expertos en estos tiempos. A pesar de eso, se ha estimado que solo para el sector eléctrico se requieren no menos de 17 mil millones de dólares. ¿Cuánto se requiere para los acueductos y embalses? Y si ahora no hay una oferta de combustibles ¿Cuánto se necesita invertir para recuperar las refinerías?, entre otras inversiones.
Sin embargo, lo más inmediato es empezar a restablecer el poder adquisitivo de los trabajadores.
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