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Por Eduardo Martínez

Esta semana le tocó a la Guardia Nacional Bolivariana y a la Policía Nacional Bolivariana sacar afuera todo lo que llevan por dentro. Al disparo de perdigones, lacrimógenas, metras y piezas metálicas, hay que añadir la “rapiña” entre sus nuevos procederes.

Una característica de la guerras –y estamos en una guerra hasta ahora no convencional- es sacar lo peor de cada persona que se convierte en combatiente.

No solía ser muy buena la fama de los GNB, y los de la PNB venía acumulando deméritos. Hasta este lunes, las actividades ilícitas de estos efectivos no pasaban de ser rumores de carreteras. Que si presuntamente matraqueaban por aquí y por allá; que si presuntamente se prestaban a los más variados cruces de fronteras, etc. etc. no pasaban de ser presunciones.

Sin embargo, este lunes el mundo pudo observar -en videos y fotos tomadas por testigos presenciales- como los efectivos de estos componentes militares y policiales quitaban de sus pertenencias a numerosas personas, en los alrededores de los lugares donde se escenificaban manifestaciones de protestas.

Tales fueron los casos de las inmediaciones del Centro Ciudad Comercial Tamanaco (CCCT), en Caracas.

Las imágenes son impresionantes e indignantes. Fueron la principal atracción de los noticieros más importantes del mundo. Así como también “trendig topic” de las redes sociales.

El hecho, y por lo tanto la responsabilidad, es innegable. Es una clara violación de los derechos humanos de ciudadanos. En algún momento, la justicia deberá cobrar la perpetración de los delitos de estos efectivos “mala conducta”, como se les califica en el argot militar y policial.

Junio 8, 2017.