Víctor Maldonado: La táctica del adversario

por: Víctor Maldonado C.

“Mi táctica es quedarme en tu recuerdo…”
M. Benedetti

El flamante ministro de la energía eléctrica así lo dijo: “Lo que viene el próximo año es el conflicto entre el capitalismo y el socialismo. La estrategia imperial con sus servidores internos tiene dos grandes direcciones: caotizar y desestabilizar el país… Es muy fácil hacer acciones de sabotaje. No hay que tener demasiada imaginación para saber cuál es la táctica del adversario.”

En la imaginación del ministro ocurren cosas que no tienen correspondencia con la realidad pero que lamentablemente marcan la acción del régimen, a veces con funestas consecuencias para la sociedad venezolana. Ellos saltan olímpicamente de la década de los 80´s al siglo XXI sin detenerse en los últimos doce años de su propio gobierno. Pasan de la IV República que ellos clausuraron en 1.998  al “aquí y ahora” sin ninguna solución de continuidad. Sólo sobreviven los viejos enemigos, los confabulados de siempre,  ahora empeñados en apagar la luz del país y obstaculizar la restauración de la normalidad.

Ni una sola palabra dice el ministro de la asesoría cubana, más especializada en racionamientos que en el despliegue de servicio alguno. Tampoco alude el funcionario al abandono sistemático del mantenimiento de toda la infraestructura nacional. Prefiere callar al respecto e invocar los viejos fantasmas de la conspiración imperial y sus lacayos internos. Prefiere abonarle el terreno a la paranoia institucional, y con ella elude muy convenientemente cualquier exigencia de responsabilidad por lo hecho, lo dejado de hacer, y lo destruido en este período.

La paranoia institucional es un trastorno tanto como una oportunidad política. Es una forma intensa de desconfianza que hace pensar en que se organiza una conspiración permanente. Es la forma más intensa de desconfianza, que puede llegar a ocasionar incluso “memoria delirante” (falsificación de recuerdos) y “simpleza” (ya no son capaces de pensar y de ver más que en un sentido determinado). Hasta aquí la perturbación.  La ocasión la pintan calva si alguien es capaz de creerles que contra la revolución y sus aliados hay esa conjura constante que les impide transformar esta revolución en resultados que satisfagan a la gente.

Pero volvamos a la declaración que origina la presente nota. El ministro anuncia una conflagración final entre lo que ellos entienden como capitalismo, y su propuesta socialista. Imagina una situación convulsa y catastrófica, todo un despliegue de simpleza delirante,  en la que la debacle del país solo puede ser explicada como traición. “No hay que tener demasiada imaginación” dice él casi en tono profético. Y es cierto, pero no para lo que él piensa. El problema de un gobierno longevo es que le queda muy mal seguir apoyándose en promesas, sobre todo cuando su propia verborrea hace que sea imposible olvidar todos y cada uno de los ofrecimientos que no han sido debidamente honrados, así como el inventario de mentiras que una tras otra han construido un inmenso muro de desconfianza entre la población y los que conducen al país.

No hay que tener demasiada imaginación para prever que el 2012 será un año lleno de fracasos. En eso tiene razón el ministro. Será un año muy malo para todos los venezolanos. No habrá más suministro de energía eléctrica, ni más agua, tampoco se habrá resuelto el déficit de viviendas, ni desaparecido la economía informal o la inflación. El desabastecimiento seguirá siendo una de nuestras preocupaciones y los derechos de propiedad serán violados sistemáticamente.  Seguiremos, eso sí, engordando la deuda pública y los pasivos sociales. Seremos más pobres y probablemente más oprimidos. En lo que el ministro se equivoca es en la atribución de las culpas.  Será el saldo de mucha incapacidad, indisciplina, ausencia de prioridades y corrupción gubernamental. Habrá caos, turbulencia y desequilibrios porque este gobierno es muy malo en eso de administrar y muy bueno en eso de mentir, evadir las responsabilidades y oprimir a la sociedad democrática.

A despecho del ministro, ellos son los que han gobernado doce años, tiempo más que suficiente para que no quede duda alguna de que no pueden con la tarea que les hemos encomendado. No sólo no han podido, tampoco han querido y eso los coloca en trance de tener que responder por todo el poder y recursos que han administrado en contra del bienestar nacional. Que el ministro no haya podido con el encargo era de esperarse porque él no sabe nada de eso. Que ahora diga que su insolvencia técnica y cansancio respondan a un complot da muestras de hasta dónde llega la insania institucional del régimen, y el peligro que todos estamos corriendo al estar en sus manos.

e-mail: victormaldonadoc@gmail.com

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