¿Vamos a votar o nos quedamos en casa?  

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Por Eduardo Martínez

La crisis venezolana se parece a una “guerra total”. Aunque, si bien se refiere el término a una confrontación entre países, en nuestro caso es una guerra interna entre los venezolanos. Y muy lamentablemente, en algunos episodios o temas entre los venezolanos que estamos en Venezuela y los que están afuera.

En el concepto clásico de este tipo de guerra, se señala que las naciones en guerra, “movilizan todos sus recursos disponibles, ya sean humanos, militares, industriales, agrícolas, naturales, tecnológicos, científicos o de cualquier otro tipo”.

Si utilizaríamos el símil de la lucha libre, muy popular en los años 60 y 70, diríamos que es una guerra de todos contra todos y sin límite de tiempo.

Esta forma de guerra total en la que diariamente nos encontramos, es producto -entre otras cosas- de una inocultable realidad en la cual estamos, y de un estado de ánimo -algo de naturaleza psicológica- que a su vez es producto de la dimisnución diaria de los índices de bienestar.

Las personas que en sus faenas diarias no participan de la política ni de las luchas sociales, y que son la gran mayoría de los venezolanos, la impotencia de no saber cómo hacer para cambiar esta realidad los hunde en el desámino.

En un momento en que pocos venezolanos creen en la política y los políticos, puede ser una idiotez pensar que las grandes mayorías -esa que se ha dado por llamar la “mayoría silenciosa”- se pueden organizar en partidos y hacer política.

La militancia de calle o en casas de partidos, no parecería ser la opción para cambiar esa realidad. Ya pasaron los tiempos de las grandes manifestaciones, las guarimbas y los mítines en las plazas.

La pregunta clave es: ¿qué puede hacer un ciudadano para manifestar su descontento con el sistema político, la realidad económica y la crisis social?

Es público y notorio que en el ánimo del desánimo ha sido sembrada la idea de no ir a votar en las elecciones locales y regionales del próximo 21 de noviembre (21-N).

Dicho más sencillo y concreto: quedarse en sus casas, para ni siquiera esperar ver los “resultados irreversibles” del CNE a últimas horas de la noche de ese domingo.

La otra pregunta es: ¿Qué cambiará esos resultados?. No hemos visto estas preguntas en las encuestas que han circulado últimamente. Pero no es difícil pensar, que por la naturaleza del acto de abstenerse, que la respuesta sería: NADA.

Lamentablemente para quienes adversan al régimen, y piensan de esa manera, NADA no es verdad. La abstención puede cambiar mucho.

Un primer elemento es que la opinión de la “mayoría silenciosa”, transformada en votos, puede cambiar las cosas y mucho.

Por una parte, enviar un mensaje de alta resonancia al régimen. Por otra parte, un mensaje a los políticos que no han interpretado las aspiraciones de esa gran mayoría. Y en los dos casos, colocar en el tapete lo que se llama: “la voz del pueblo”. Una voz que últimamente resuena en los resultados de las encuestas de manera muy clara.

Además de esos dos mensajes, los ciudadanos tienen que cuidar sus espacios ganados, elegir como alcaldes y gobernadores, a personas que son representativas de las jurisdicciones donde son candidatos. Sin contar los  concejales y diputados regionales, que serán las voces de las comunidades y los ciudadanos en los espacios colegiados que son los concejos municipales y las asambleas legistivas regionales.

Votar cuenta y mucho. Si los venezolanos no vamos a votar ¿Qué alternativa de expresar nuestra opinión tendremos? Y peor, ¿qué haremos para cambiar las cosas y salir de la crisis?

* editor@eastwebside.com

Foto cortesía de AFP

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