Rodrigo Rivera: Nuevo modelo económico para una nueva República

Por Rodrigo Rivera Morales

La debacle económica del país, en estos 25 años de gobierno chavista, es la mayor tragedia ocurrida en la vida republicana venezolana. Ir al campo venezolano y observar miles de hectáreas que hace unos años eran productivas llena de zarzales y matorrales nos hace preguntar ¿Qué perversidad ha caído sobre la Patria? Pasar por plantas azucareras totalmente abandonadas y destruidas, que antes nos abastecían de azúcar, nos ocasiona ira de ver tanta maldad e ignorancia.

Ver plantas pasteurizadoras de leche y jugos desmantelas nos lleva a la conclusión que el propósito de la cúpula gobernante fue destruir la economía productiva nacional, para erigirse ellos, a través del saqueo del arca nacional, en la nueva clase hegemónica todopoderosa, manejadora del poder político emanado del Estado y de la economía.

Un modelo concentrado como el que han querido imponer no podía sino ir hacia el más aplastante fracaso. Claro, la cúpula se ha enriquecido ostentosamente a costa del erario

nacional, sus riquezas las han dirigido al mercado internacional, hoy vemos como con absoluta impunidad los testaferros bien de maravilla en otros países, mientras en el país los ancianos y niños padecen hambre y ausencia de atención médica, miles de familias en situación de pobreza extrema y miles de familias sobreviviendo.

De verdad, no creo que la cúpula gubernamental haya tenido una ideología que los orientara, su base era el odio, el resentimiento y la envidia, conduciéndolos a obtener riqueza fácil y abundante, solo mediante el latrocinio de la hacienda pública nacional. En realidad, el régimen no construyó un nuevo modelo, simplemente instaló el atraco como forma de enriquecimiento y la destrucción para eliminar al competidor.

Lamentablemente, nuestro modelo histórico económico se construyó sobre la base rentista de la minería (oro, hierro, petróleo, carbón, etc.), en la instalación de la democracia se impulsó una política de sustitución de importaciones impulsando la industria nacional. A mi entender los empresarios y los funcionarios del Estado encargados de adelantar estas políticas cometieron el error de mantener la concentración en el eje centro norte costero. Lo que aupó las desigualdades regionales y que el centro se convirtiese en polo de atracción, consecuentemente, algunas regiones en polos de expulsión.

Por ello, comparto las ideas de Abdón Vivas Terán y Carlos Alaimo, sobre la necesidad de un nuevo modelo que supere las desigualdades regionales generando un desarrollo equilibrado que conlleve justicia social y bienestar común nacional.

Así, coincidimos desde la perspectiva del humanismo cristiano, que la relación entre moral y economía es necesaria e intrínseca: actividad económica y comportamiento moral se compenetran íntimamente. La necesaria distinción entre moral y economía no comporta una separación entre los dos ámbitos, sino al contrario, una reciprocidad importante.

Así como en el ámbito moral se deben tener en cuenta las razones y las exigencias de la economía, la actuación en el campo económico debe estar abierta a las instancias morales lo que implica que la vida económico-social deben respetarse y promoverse la dignidad de la persona humana, su entera vocación y el bien de toda la sociedad.

Hemos visto con agrado que Carlos Alaimo plantea en su libro Humanismo Integral que la dimensión moral de la economía hace entender que la eficiencia económica y la promoción de un desarrollo solidario de las personas son finalidades estrechamente vinculadas, más que separadas o alternativas. Esto implica que en el nuevo modelo económico venezolano desde el punto de vista regional debe comprender estrategias que impulsen el equilibrio para generar condiciones que lleven el bien común.

En resumidas cuentas, la propuesta de Abdón Vivas Terán Y Carlos Alaimo acerca de una economía social se sustenta en la necesidad urgente de reconstruir el país sin exclusiones. Superar los niveles de pobreza, alcanzar índices de progreso humano y justicia social.

Debemos tener presente que el objeto de la economía es la formación de la riqueza y su incremento progresivo, en términos no sólo cuantitativos, sino cualitativos: todo lo cual es moralmente correcto si está orientado al desarrollo global y solidario del hombre y de la sociedad en la que vive y trabaja.

El pueblo venezolano, casi por unanimidad, respalda el cambio como opción para salir de la miseria que lo ha sumido el régimen madurista, por tanto, la respuesta concreta debe ser un modelo económico que genere empleos con salarios dignos, riqueza para atender problemas de salud, para emprender una educación para todos de alta calidad, atención digna para el jubilado y el anciano, especial atención a los niños y adolescentes para asegurar futuro del país.

  • Doctor en Derecho. Miembro fundador del capítulo España. Bloque Constitucional, profesor de derecho procesal en varias universidades europeas y latinoamericanas.

* Editado por los Papeles del CREM. Responsable de la edición: Raúl Ochoa Cuenca.

«Las opiniones aquí publicadas son responsabilidad absoluta de su autor».

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