Léster Rodríguez: Advertencia 40 – El Quijote no se rinde

Léster Rodríguez Herrera *

He planteado con mucha insistencia que el modelo de universidad autónoma, democrática y popular, con un profesor dictando solo clases presenciales murió; he escrito hasta la saciedad que el régimen de Nicolás Maduro y las autoridades universitarias, envejecidas en el ejercicio de sus funciones, con periodos largamente vencidos, con pocas ideas y muchas quejas ante la crisis profunda de todo orden que viven sus instituciones y que pareciera, no solo no tener fin, sino que les conviene mantener la situación tal como está, sin ningún cambio aunque sea pequeño.

He observado, no con sorpresa, como algunos personajes siniestros de la política universitaria, y otros por desconocimiento del tema o por ignorancia supina, tergiversan, cortan o toman con pinzas algunas partes de mis diversos escritos, para insinuar que estoy soñando, o pidiendo que los estudiantes resuelvan el problema presupuestario de la universidad.

Hay que ser bien cara dura para descontextualizar una propuesta, siendo que hasta el máximo organismo de la ULA nombró una comisión para recabar fondos provenientes de distintos sectores empresariales, de egresados, de organizaciones no gubernamentales, de organismos internacionales y de los estudiantes que pudieran aportar para que, en esta situación crítica, se puedan programar algunas asignaturas y poder comenzar a despertar el gigante dormido para honra y gloria de la educación y del país.

En uno de los párrafos de la advertencia anterior, informé que varias facultades habían comenzado los periodos especiales, y otras estaban en proceso de hacerlo, con la colaboración de los estudiantes y de algunos empresarios, lo que abría una esperanza, una ventana de luz para que nuestros bachilleres pudieran darle continuidad a sus carreras y a sus sueños. Sin embargo, esto se vió afectado por la decisión en algunas facultades, como la mía por ejemplo, en la cual el Consejo de la Facultad prohibió las colaboraciones estudiantiles; en otras, prohibieron las clases presenciales y los exámenes, hasta en periodos de flexibilización. Pareciera que la política es no abrir nunca pero seguir cobrando el miserable sueldo.

Esto me recuerda una vieja anécdota de mi llano querido: Estaban tres obreros abriendo una zanja a pleno sol como a la una de la tarde, uno metía el pico en la tierra y descansaba; el otro, sacaba la tierra y descansaba; y el tercero, les pasaba el agua para tomar. Una señora los estaba observando por un largo rato y les dice: -a ustedes no les da vergüenza, casi no trabajan, justifiquen el sueldo-. Uno de los obreros le dice: -¡Ay! señora, lo que pasa es que lo que ganamos no nos alcanza ni para alimentarnos una semana-. La señora piensa un momento y les dice: -¡Ay! de verdad que a ustedes les pagan muy poquito-. Los tres obreros inmediatamente responden: ¡Ah! pa’ lo que trabajamos-…

En mi caso, -y solo en mi caso, porque no se puede pedir más sacrificios a los profesores como lo he dicho en reiteradas oportunidades-, no abandonaré a su suerte a mis estudiantes que quieren estudiar. Si el departamento y la escuela abren la materia solo les solicitaré que escriban una carta a la dirección de la escuela firmada por cada uno de ellos que diga que a este profesor no le brindarán ni el café, como decimos en criollo. Lo haré por un compromiso moral con ellos que no merecen que, algunos no todos, administradores del sistema y sus aliados les roben las esperanzas.

No todo está perdido, juntos cambiaremos todo lo malo con reflexión, pensamiento, ideas, debate plural y acciones, porque estamos seguros de que la queja sin reflexión, análisis, y acciones es inútil.

Mérida, 29 de abril de 2021

A un día de la beatificación de José Gregorio Hernández.

*Ex-rector de la Universidad de Los Andes (ULA).

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