por Isabel Idárraga
Gabriela y Pedro asistieron esta mañana a un evento acerca del emprendimiento, el cual les permitió reconocerse como emprendedores de vocación, además de brindarles información de agrupaciones y programas disponibles la ciudad en la que viven. Lo que más les llamó la atención fue una ponencia en la que se trató el tema de fomentar la creación de empresas desde la infancia, lo cual les ha dado un nuevo impulso hacia la concreción de un sueño largamente anhelado.
Un emprendedor puede convertir una idea en un negocio, es capaz de mantenerse firme en sus objetivos y buscar solución a los diversos obstáculos que se le presentan día a día. Reconoce sus limitaciones, aprovecha sus fortalezas y no le teme al fracaso. Es creativo, apasionado, optimista, persistente, establece metas claras y se rodea de personas a las que motiva para que, a su lado, dediquen esfuerzo y dedicación para lograr el éxito en la empresa que ha iniciado.
Muchas de las cualidades de un emprendedor son inherentes al ser humano como la seguridad en sí mismos y el optimismo como opción de vida. Sin embargo, es posible enseñar e inculcar nociones de emprendimiento a nuestros niños y jóvenes desde la edad escolar y en el seno de sus hogares de forma tal que vean como algo natural y normal el que alguien quiera llevar a la realidad una idea, utilizando para ello sus cualidades y preparándose para mejorar en los aspectos en que presentan debilidades.
En una familia de emprendedores, los padres motivan a sus hijos a descubrir sus talentos, los animan a practicar para mejorar y los apoyan en las actividades que les permitan ponerlos en práctica de forma tal que fortalezcan la confianza en sí mismos. Les enseñan a usar su creatividad y a trabajar en equipo. Un padre de un niño al que le gusta la ciencia lo apoya a participar en olimpiadas escolares y le obsequia juegos en los que ejercite su competencia.
Al igual que en la familia se motiva el emprendimiento, las comunidades, las ciudades y los países son responsables de crear condiciones favorables al mismo como escuelas de emprendedores y programas de financiamiento. Estas iniciativas tienen un impacto positivo en la sociedad al promover en los ciudadanos el deseo de establecer empresas innovadoras que les permitan mejorar su calidad de vida, crear nuevos puestos de trabajo y generar ingresos para la comunidad vía impuestos.
Gabriela y Pedro, en su rol de emprendedores y padres interesados en que sus hijos sean en el futuro dueño de sus propias empresas deciden desempolvar un proyecto de concurso que premie ideas de negocios innovadoras entre los alumnos del colegio donde estudia su hija, de 7 años. Saben que encontrarán representantes que los apoyen y, de esta manera, pueden empezar a sembrar nociones de emprendimiento entre los jóvenes de esa pequeña comunidad.
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