Por Gloria Cuenca
Continuando con el tema de la trascendencia de la información, y conscientes de qué, desde la ciencia, es fundamental entender, apoyar y contribuir con los temas que se han planteado, pasamos a la pregunta que implica a la comunicación, con la ciencia. ¿Es la comunicación, esencia de la ciencia? La discusión, no es nueva, viene desde la antigua Grecia, cuando se señaló que, la retórica era la “ciencia del discurso”. Aristóteles, gran retórico, elaboró, el primer esquema de la comunicación: la persona que habla, el discurso que pronuncia, la persona que escucha. (Emisor, mensaje, receptor). Si no se expresaban con elocuencia, si no se podía convencer al oyente, el discurso, se perdía, era considerado un fracaso. Es decir, se discurseaba, con el propósito de convencer.
Progresivamente, se enfrentaron a otros filósofos. Lo que “no convence no sirve, lo que no se comunica no existe” Hasta hoy, el tema no se ha superado. ¿Es más importante divulgar y convencer, o el conocimiento y la experiencia de lo descubierto? Opino, que: ambas son fundamentales y necesarias, en un mismo nivel. Efectivamente, un gran descubrimiento, la vacuna contra el cáncer, por ejemplo: encerrado en un laboratorio de especialistas, sin validación por parte de otros investigadores y científicos, no sirve; a pesar de lo necesario qué es. Se requiere comunicarlo a los pares científicos. Hay que validarlo. Imposible, reconocerlo sin ponerlo a prueba, sin verificar su posibilidad real de curar.
Se trata de un primer momento comunicacional, que acompaña al acto científico. Ocurre, o debe ocurrir. un segundo momento comunicacional, cuando los otros científicos y médicos realizan la misma experiencia, para obtener el resultado: se espera sea igual. La comprobación resulta imprescindible. La recepción de resultados de la validación y puesta a prueba llega, a un tercer momento comunicacional; para posteriormente lograr la plena divulgación, por la vía de las publicaciones científicas y los Congresos de Especialistas. Sería el cuarto momento comunicacional. Como puede observarse, se trata de al menos, cuatro momentos comunicacionales, llenos de información. Han requerido la participación y la comunicación del sector que plantea la novedad y de aquellos que lo pueden refutar, comprobar y validar, según sea el caso. Aceptar esto, no es una extravagancia, tampoco una temeridad.
Es una realidad importante y necesaria de asumir para ayudar en el grandioso proceso que requiere el acto de la comprobación y la divulgación científica. Para nada fácil. Por otra parte, pretender “inventar” sucesos, descubrimientos, innovaciones, como quieren hacer algunos, enloquecidos con la ideología, imposible de aceptar. Se trata de una manipulación extrema y una mentira desmontable con facilidad. No obstante, la manipulación politiquera y las “exageraciones e ilusiones” en torno a las bondades del socialismo, logran convencer a incautos e ignorantes: creen que: “la ideología lo puede todo.” Craso error que los ha conducido al fracaso, una y otra vez.
Volvamos al principio: lo que no se conoce, porque no se ha divulgado es ¿cómo sí no existe? El tema pasa a lo filosófico. Se nos escapa de la mera reflexión comunicacional. Ha ocurrido, que muchos científicos consideran una exageración decir esto. Por otra parte, un grupo entiende y acepta la necesidad del conocimiento por la vía de la divulgación como prioritario para los hechos descubiertos o inventados. Hay quien es tajante: lo que no se informa, divulga y comunica al no saberse: no existe. Posición radical, que como dije, lleva el tema a la discusión de la filosofía idealista y materialista. No es lo que queremos considerar. Vuelvo al tema de la información, concebida como “dato reductor de incertidumbre”.
Al no informarse se expande la incertidumbre, lo que nos conduce a la desinformación, que está cercana y también es, ignorancia. En efecto, al no decirse lo que se ha descubierto, al no divulgarlo los “datos reductores de incertidumbre” no existen y por ende no podemos hablar de conocimiento, si hay desinformación. El tema es complejo. Insisto en la necesidad de la libertad de pensamiento, opinión, expresión, e información, para llegar a la libertad de decir y/o de comunicarse. Pretender limitar la libertad de comunicar es ir contra natura. El humano es básicamente un comunicador innato.
Desde el vientre materno, con patadas, movimientos y demás, se inicia muy temprana la comunicación, madre-hijo. Pretender anularla es una aberración de regímenes totalitarios y absolutamente desfasados en el tiempo. Las locuras de Marx y todos sus seguidores, han fracasado en todos los países y regiones donde, por la fuerza, se intentaron imponer. El desastre viene, justamente por la vertiente de no reconocer la trascendencia de la libertad individual. Además de la necesidad imperiosa de la libertad de expresión, opinión,
información y prensa, todas incluidas en la ciencia de la comunicación. Solo mentes autoritarias y bastante anacrónicas pueden pensar en justificar la aberración que significa impedir la comunicación humana y ahora, también la tecnológica.’
En estos momentos: en los países con democracia, los problemas éticos generados por Inteligencia Artificial están sobre la mesa para su discusión y organización. Los países regidos por el autoritarismo y el totalitarismo, plantean una utilización deshumanizada y grosera de la tecnología. La comunicación, esencia de la ciencia y de la vida.
Editado por los Papeles del CREM. Responsable de la edición: Raúl Ochoa Cuenca.
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