Por Eduardo Martínez
Lo peor que se le puede hacer a una persona -de las que menos tiene- es tratar de robarle la esperanza. Los malandros le pueden robar a punta de un arma su cartera, el celular o hasta las bolsas de alimentos que acaban de adquirir en el mercado. Pero robarle las esperanzas, es algo que no van a tolerar.
Eso es lo que está sucediendo desde el lunes 29 de julio. Al día siguiente de las elecciones presidenciales.
Los resultados de estas elecciones se cantaron desde un principio. No pudo la hegemonía comunicacional del régimen, silenciar ni la campaña electoral de la oposición, ni los resultados que puntualmente se iban conociendo en los cuatro puntos cardinales de Venezuela el día domingo.
Desde antes del comienzo de la campaña electoral, el régimen intento una variedad de triquiñuelas para entorpecer las aspiraciones de la oposición. Nada les funcionó. Por el contrario, luego de cada episodio se les fue haciendo cada vez más difícil los intentos de torcer las aspiraciones y propuestas opositoras. al final, agotadas todas las maniobras, lo único que les quedaba hacer era articular un fraude. Eso fue lo que han querido hacer.
El domingo, a medida que se acercaba el cierre de las urnas, los electores estaban esperando la ratificación oficial de los resultados que ya conocían. Las urnas se iban abriendo, y alguien desde su celular iba comunicando los resultados.
En las redacciones de los medios de comunicación, poco antes de las 12 de la noche, no se tenía conocimiento de que en algún centro de votación no hubiera triunfado Edmundo González duplicando -al menos- a Nicolás Maduro.
La aparición tardía en la TV de Elvis Amoroso, presidente del CNE- dando a conocer del insólito triunfo de Maduro, no es de extrañar que haya conmocionado al electorado. Hasta ese momento no existía ninguna evidencia de ese presunto triunfo.
La revisión posterior de los datos aportados por Amoroso, despertarían de la conmoción a los electores. Esas cifras no cuadran, tanto en su sumatoria, como en el carácter dado de “irreversible”, por cuanto las actas faltantes (20%) no incluidas en el reporte, dan para inclinar en forma abundante la balanza a favor de Edmundo González. Por lo tanto, no es irreversible.
Este lunes, cuando los electores sacaron sus cuentas, decidieron -sin convocatoria previa- salir a protestar y hacer valer su descontento. Se sienten robados por un fraude articulado por los poderes públicos en contra de la voluntad popular.
Adicionalmente, esos primeros focos de protestas, se vieron reforzados por la apresurada proclamación del presunto ganador de las elecciones, Nicolás Maduro. Eso ha enardecido a los venezolanos. Una proclamación sin publicar los resultados, ni habilitar la página web del CNE, y sin ni siquiera intentar corregir los errores del primer boletín de la medianoche del domingo.
A las horas de escribir esta nota, pensamos que ni siquiera Maduro conoce los resultados verdaderos y definitivos en cuestión. Para la noche del lunes, ya las protestas cubrieron toda la geografía nacional. En cada estado, ciudad, población o caserío, ya los electores conocen que en esos lugares, que Edmundo González ganó la elección presidencial. No es un secreto.
Es así como el grito de FRAUDE se ha convertido en el “clamor nacional”.
@ermartinezd
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