3) La parte consciente de destrucción de la clase media a través del “asistencialimo”.
Esa importante masa de pobres y excluidos fue la que dibujó un nuevo modo de hacer política en el país, el marketing transformó las campañas electorales y también la forma de concebir la política.
Una clase media sin consciencia política de sí, pero a la espera del aprovechamiento de la renta petrolera, se inclinó electoralmente por quien ofreciera más dádivas o a lo sumo por un voto llamado “castigo” y cada vez menos por el esfuerzo creador de valor mediante el emprendimiento.
El asistencialismo gubernamental no tuvo un proyecto de país para la sustentabilidad económica sino para distribuir los proventos del petróleo que alimentaron esa cultura parasitaria del venezolano durante los últimos 75 años.
La cultura “populista-iliberal” está tan arraigada en el venezolano que su discurso político difícilmente va más allá de la consideración de las condiciones impolutas de estadista del supuesto redentor que podrá fin al desorden, no se tiene idea del sentido de propósito que debe ser el marcador de una propuesta diferente y mejor como relato de país, mucho menos una hoja de ruta clara de movilización para el día después.
4) La parte inconsciente de la destrucción de la clase media bajo el populismo y el «iliberalismo».
De proceso en proceso electoral el marketing político pasó a estar centrado esencialmente en el voto castigo.
Aprovechar el descontento pasa por la búsqueda de un culpable: el gobierno anterior, supuestos enemigos externos y fue lo que con mucho tino aprovechó el Dr. Rafael Caldera cuando apeló al discurso fundado en el resentimiento social que le permitió gobernar por segunda vez, es la antesala del éxito electoral del Socialismo del Siglo XXI: la exhausta clase media cada vez menos importante políticamente como electores, pero muy útil como chivo expiatorio para endosarle todos los males púbicos generados por gobiernos incapaces en el servicio a los intereses de la nación y muy talentosos para beneficio de la clase política gobernante y sus aliados circunstanciales.
Para este proyecto político, la clase media representa una oportunidad electoral, pues no hay mejor apalancamiento político que mostrar a la inmensa masa de descontentos los valores de la clase media como el origen de los males y de ostentosos apegos materiales: un buen colegio, una hermosa vivienda, una vida plena de abundancia y de cosas, basta con recordar la expresión “ser rico es malo”.
Se olvida que ser clase media es asumir cargas: riesgos, trabajo que nunca termina, renuncia de lo que hoy se tiene por una promesa incierta en el futuro, ser responsable de sí mismo, precisamente los valores de creación, ingeniosidad e innovación que se encuentran en el origen del éxito de las grandes naciones.
Para leer la primera parte, hacer click en el siguiente link:
Francisco Contreras: La demolición de la clase media como propósito (1)