FMI publica Perspectivas de la Economía Mundial

Incluimos el Resumen Ejecutivo del Informe del Fondo Monetario Internacional-FMI, publicado el 6 de octubre de 2010.

Resumen Ejecutivo

Hasta el momento, la recuperación económica está evolucionando, en general, tal como se esperaba, aunque los riesgos a la baja siguen siendo elevados. La mayoría de las economías avanzadas y unas pocas economías emergentes todavía enfrentan importantes ajustes. La recuperación en estas economías es lenta, y el elevado desempleo plantea considerables desafíos sociales. En cambio, muchas economías emergentes y en desarrollo están registrando nuevamente un crecimiento vigoroso porque no experimentaron grandes excesos financieros justo antes de la Gran Recesión. Para lograr una recuperación sólida y sostenida deberán emprenderse simultáneamente dos acciones: por un lado, un reequilibrio interno, orientado al fortalecimiento de la demanda privada en las economías avanzadas, que permita llevar a cabo la consolidación fiscal; por el otro, un reequilibrio externo, centrado en el aumento de las exportaciones netas en los países con déficits, como Estados Unidos  y la reducción de las exportaciones netas en los países con superávits, especialmente Asia emergente. Estas dos acciones están estrechamente interrelacionadas. Un aumento de las exportaciones netas en las economías avanzadas implica una mayor demanda y un mayor crecimiento, lo que proporciona un mayor margen para la consolidación fiscal. El fortalecimiento de la demanda interna ayuda a las economías de mercados emergentes a mantener el crecimiento frente a la reducción de sus exportaciones. Deberán aplicarse varias políticas para respaldar estas dos acciones. En las economías avanzadas, habrá que acelerar la recuperación y la reforma del sector financiero para facilitar una reactivación del crédito adecuada. Además, el ajuste fiscal debe comenzar seriamente en 2011. Se necesitan urgentemente planes específicos para reducir los futuros déficits presupuestarios a fin de crear un mayor margen de maniobra para la política fiscal. Si el crecimiento mundial llega a desacelerarse mucho más de lo esperado, los países con margen de maniobra fiscal pueden aplazar algunas de las medidas de consolidación fiscal programadas. Por otra parte, las principales economías emergentes deberán seguir desarrollando nuevas fuentes de crecimiento internas, respaldadas por una mayor flexibilidad del tipo de cambio.

Repunte de la actividad, pero retrocesos en la estabilidad financiera

La recuperación económica siguió afianzándose durante el primer semestre de 2010. La actividad mundial creció a una tasa anual de alrededor de 5¼%, aproximadamente ½% por encima de lo previsto en la actualización de julio de 2010 de Perspectivas de la economía mundial. El fuerte aumento de la producción manufacturera y el comercio mundial obedeció al repunte de las existencias y, en los últimos meses, de la inversión fija. En muchas economías avanzadas el bajo nivel de confianza de los consumidores y la reducción de los ingresos y del patrimonio de los hogares están frenando el consumo. El crecimiento en estas economías alcanzó aproximadamente el 3½% durante el primer semestre de 2010. Es un nivel bajo, teniendo en cuenta que estas economías están saliendo de una de las recesiones más profundas desde la Segunda Guerra Mundial. La recuperación en estas economías seguirá siendo frágil mientras el repunte de la inversión empresarial no se traduzca en un mayor crecimiento del empleo. No obstante, el consumo de los hogares avanza a buen ritmo en muchas economías de mercados emergentes, en las que el crecimiento alcanzó casi 8% y la inversión está impulsando la creación de empleo. El ritmo de la recuperación varía mucho entre las distintas economías avanzadas y emergentes, cuestión que se analiza con detalle en el capítulo 2.

Al mismo tiempo, la estabilidad financiera sufrió un importante retroceso, como se señala en la edición de octubre de 2010 del informe sobre la estabilidad financiera mundial Global Financial Stability Report (GFSR, por sus siglas en inglés). La volatilidad de los mercados aumentó y se redujo la confianza de los inversionistas. Los precios de muchas bolsas cayeron, impulsados inicialmente por las acciones financieras y por los mercados europeos.

Las ventas masivas de deuda soberana de las economías vulnerables de la zona del euro sacudieron los sistemas bancarios, provocando una crisis sistémica. Esto aumentó la preocupación con respecto a la sostenibilidad de la recuperación y causó una caída de las acciones a nivel más general. Las primas de riesgo de los bonos corporativos se ampliaron, y en mayo las emisiones de estos bonos prácticamente se frenaron. La emisión en los mercados emergentes también registró una fuerte caída. Sin embargo, desde el comienzo del verano, las condiciones financieras han vuelto a mejorar. Los riesgos de cola se han reducido, gracias a la puesta en marcha de varias iniciativas de política europeas sin precedentes ––el Programa del Mercado de Valores establecido por el Banco Central Europeo (BCE) y el Mecanismo de Estabilización Europeo (MSE) implementado por los gobiernos de la zona del euro— y la concentración del ajuste fiscal al comienzo del proceso. No obstante, persisten vulnerabilidades bancarias y soberanas subyacentes que constituyen un desafío significativo en un contexto de continua preocupación por los riesgos que pesan sobre la recuperación mundial.

Cuestiones sobre el ritmo de la recuperación

La recuperación mundial sigue siendo frágil porque aún no se han implementado las políticas necesarias para fomentar el reequilibrio interno de la demanda del ámbito público al privado y de las economías con déficits externos a las economías con superávits. Se proyecta una expansión del PIB mundial de 4,8% en 2010 y 4,2% en 2011, compatible, en términos generales, con los pronósticos anteriores, y siguen predominando los riesgos a la baja. Según las proyecciones de Perspectivas de la economía mundial, el producto de las economías emergentes y en desarrollo crecerá a tasas de 7,1% y 6,4% en 2010 y 2011, respectivamente. En las economías avanzadas, sin embargo, se proyecta un crecimiento de solamente 2,7% y 2,2%, respectivamente, con una desaceleración considerable de algunas economías durante el segundo semestre de 2010 y el primer semestre de 2011. La capacidad ociosa seguirá siendo sustancial y el desempleo persistentemente elevado.

Se proyecta que la inflación se mantendrá baja, en general, frente al continuo exceso de capacidad y las altas tasas de desempleo, con algunas excepciones en las economías emergentes. Predominan los riesgos a la baja sobre las perspectivas de crecimiento. No obstante, la probabilidad de que se produzca una fuerte desaceleración mundial, incluido un estancamiento o contracción en las economías avanzadas, sigue pareciendo baja.

Se necesitan políticas más proactivas

Deben adoptarse políticas más proactivas para lograr el reequilibrio interno y externo necesario. La mayoría de las economías avanzadas y unas pocas economías emergentes todavía enfrentan importantes ajustes; entre ellos, la necesidad de reforzar los balances de los hogares, estabilizar y, seguidamente, reducir los altos niveles de deuda pública, y sanear y reformar los sectores financieros. La política monetaria debería seguir siendo muy acomodaticia en la mayoría de las economías avanzadas y debería constituir la primera línea de defensa frente a un debilitamiento de la actividad mayor de lo esperado a medida que se reduzca el apoyo proporcionado por la política fiscal.

Con tasas de política próximas a cero en las principales economías avanzadas, las autoridades de política monetaria tal vez deban recurrir a la aplicación de nuevas medidas no convencionales si la demanda privada se debilita inesperadamente a medida que disminuye el apoyo fiscal.

El ajuste fiscal debe comenzar en 2011. Si el crecimiento mundial llega a desacelerarse mucho más de lo esperado, los países con margen de maniobra fiscal pueden aplazar algunas de las medidas de consolidación fiscal programadas. Una de las tareas más urgentes para las economías avanzadas es establecer planes que ayuden a lograr una situación fiscal sostenible antes del final de la década. Esta tarea ahora es más urgente que hace seis meses a fin de crear un mayor margen de maniobra para la política fiscal, dada la persistente volatilidad de los mercados de deuda soberana. Este margen podría ser necesario porque la política monetaria por sí sola quizá no pueda proporcionar el apoyo suficiente para hacer frente a una desaceleración de la actividad mucho más pronunciada de lo previsto.

El endurecimiento de la política fiscal probablemente resultará contractivo para la mayoría de las economías, aunque es difícil determinar en qué grado. El análisis de episodios anteriores de consolidación fiscal presentado en el capítulo 3 parece indicar que la consolidación fiscal en las economías avanzadas tiende a reducir el crecimiento a corto plazo. La aplicación de planes de consolidación fiscal a mediano plazo creíbles y que favorezcan el crecimiento ––que actualmente no son muy comunes en las economías avanzadas–– ayudaría a limitar el impacto deflacionario de la consolidación sobre la demanda privada a corto plazo. Estos planes deberían incluir medidas que reformen los principales programas de gasto de rápido crecimiento, especialmente las prestaciones, y reformas tributarias que fomenten la producción, más que el consumo.

La aplicación de políticas y prácticas más eficaces en el sector financiero de las economías avanzadas es esencial para fortalecer la capacidad de resistencia de la recuperación frente a los shocks y respaldar la demanda privada a mediano plazo. Los avances en este frente han sido muy lentos. Las dificultades aparentemente aisladas en unos pocos sectores pueden tener fuertes efectos secundarios a través de vinculaciones financieras complejas y del deterioro de la confianza, ya frágil. Según se explica en la edición de octubre de 2010 de GFSR, el insuficiente avance para corregir los problemas heredados de la crisis ha dejado vulnerables a los sistemas en las economías avanzadas. Si no se resuelven, reestructuran o consolidan con rapidez los bancos debilitados y se reconstituyen los mercados mayoristas, se planteará la necesidad de seguir proporcionando respaldo fiscal y de mantener bajas las tasas de interés para apuntalar la recuperación, lo que puede acarrear otros problemas, incluidos los efectos de contagio en las economías emergentes. A nivel más general, las autoridades económicas deben continuar aclarando y especificando la reforma regulatoria, basándose en las mejoras propuestas por el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea. Esto ayudaría a las instituciones y mercados financieros a brindar más apoyo, sobre una base más firme, para el consumo y la inversión, que son esenciales para un crecimiento sólido y duradero.

La aplicación de políticas estructurales orientadas a reforzar el crecimiento a mediano plazo también contribuirá a apuntalar la normalización necesaria de las políticas macroeconómicas en las economías avanzadas. Si bien para aumentar el empleo son esenciales las políticas macroeconómicas acomodaticias y el saneamiento y reforma del sector financiero, en varias economías, a mediano plazo es posible promover el crecimiento y la creación de empleo, y reducir el alto desempleo, mediante políticas relativas a los mercados de trabajo. Por medio de reformas complementarias de los mercados de productos y servicios podrían reforzarse los efectos en el empleo, al fomentar la demanda de trabajo y mejorar los salarios reales a través de una mayor competencia y la reducción de los márgenes de ganancia sobre los precios.

Muchas economías emergentes vuelven a registrar altas tasas de crecimiento, pero siguen dependiendo considerablemente de la demanda de las economías avanzadas. El capítulo 4 deja claro que la demanda de importaciones por parte de las economías avanzadas continuará situándose por debajo de las tendencias previas a la crisis, dada la fuerte proporción de los bienes duraderos de consumo y los bienes de inversión en el comercio. Por lo tanto, las economías emergentes que dependían mucho de la demanda proveniente de estas economías avanzadas tendrán que concentrarse más en las fuentes internas de crecimiento para lograr tasas de crecimiento similares a las registradas antes de la crisis, lo que ayudará al reequilibrio externo necesario.

En las economías con excesivos superávits externos, principalmente las de Asia emergente, el endurecimiento de la política fiscal debe quedar relegado a segundo plano con respecto a la restricción monetaria y al ajuste cambiario. La eliminación de las distorsiones que favorecen el alto nivel de las tasas de ahorro de los hogares y las empresas y desalientan la inversión en sectores de bienes no transables facilitaría el reequilibrio del crecimiento impulsado por fuerzas internas. Este reequilibrio requerirá una mayor desregulación y reforma de los sectores financieros y del gobierno corporativo, y el fortalecimiento de las redes de protección social en las economías clave de Asia. En muchas otras economías emergentes, el endurecimiento de la política fiscal puede comenzar inmediatamente, ya que la recuperación de la demanda interna está bien encaminada o la deuda pública es relativamente elevada.

En varias economías emergentes, el aumento de la inflación o el elevado crecimiento del crédito también aconsejan establecer condiciones monetarias más restrictivas.

Muchas economías emergentes y en desarrollo

ya han concluido con éxito la reforma de primera generación que mejoró sus marcos de política macroeconómica, fortaleciendo su capacidad de resistencia a shocks macroeconómicos. Sin embargo, a fin de afianzar o incrementar su potencial de crecimiento y de empleo, sería útil que los esfuerzos se centraran en simplificar la regulación de los mercados de productos y de servicios, desarrollar el capital humano y crear la infraestructura fundamental.

Estas reformas también ayudarían a absorber los crecientes flujos de capital en forma productiva, lo que aceleraría la convergencia de los ingresos mundiales y el reequilibrio externo. Como se subraya en el capítulo 1 y en la edición de octubre de 2010 del informe GFSR, cabe esperar que estos flujos aumenten a mediano plazo, a medida que mejora el desempeño económico de las economías emergentes en relación con el de las economías avanzadas, los rendimientos de las economías avanzadas siguen siendo bajos durante algún tiempo y los inversionistas institucionales de las economías avanzadas continúan diversificando sus exposiciones.

Se necesitarán medidas de política contundentes y coordinadas entre todos los países para limitar las repercusiones de la Gran Recesión. Los datos históricos parecen indicar que, en general, los países afectados por crisis financieras sufren pérdidas permanentes del producto en relación con las tendencias previas a la crisis. No obstante, los resultados observados después de cada crisis varían mucho y dependen de la solidez de las medidas de política aplicadas. Hasta el momento se ha avanzado mucho a través de la coordinación de las medidas de política para aliviar las tensiones de liquidez y restablecer la confianza, lo que ha sido esencial para el repunte de la actividad. De cara al futuro, las autoridades económicas enfrentan el desafío de poner en práctica, de manera coordinada, un conjunto de políticas que respalden los ajustes fundamentales necesarios para volver a un crecimiento sólido a mediano plazo.

Fuente: FMI

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