Por Eduardo Martínez
Cuando las cosas van mal, o nos encontramos con algo que no funciona, en Venezuela siempre la culpa es de otro, nunca del responsable del servicio, operación o a cargo de esas tareas.
Si no nos llega el agua potable, se le achacará la culpa a una lagartija, un ratón, un ladrón de chatarra, o en los últimos tiempos, a un sabotaje de contra revolucionarios o a algún imperio contrario al progreso de los pueblos.
Así ocurre con la electricidad, la televisión por suscripción, internet, el servicio telefónico, el gas, la atención médica, entre otros.
Y si algo ha evolucionado en este aspecto, es que no importa si el servicio lo presta el Estado o la iniciativa privada. El rebote de la responsabilidad es el mismo.
En tanto, el venezolano no tiene a quién recurrir. Porque si los cuerpos policiales nunca consiguen a los responsables, ¿cómo un mortal venezolano puede conseguirlo para reclamar?
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