Más allá, de lo que vivimos en cuanto a lo que vemos y oímos, todavía los lectores nos preguntan: ¿Venezuela se arregló? Una pregunta que ha surgido en las mentes de los venezolanos, producto de una campaña propagandística costosa y mentirosa, que ha ido más allá de los discursos, los eslogan y las vallas promocionales.
Debemos resaltar en esta expresión, que conjuga el verbo “arreglar” en un simple pasado “arregló”, no que se está arreglando, sino que se “arregló”. Dando por cierto un hecho que está muy lejos, lejísimo, de ser verdad.
En la última semana, ha venido circulando en las redes sociales, un video elaborado con la aplicación Tik Tok que desmonta de manera fulminante el ardid publicitario, y que llama a romper “la burbuja” del “Venezuela se arregló”.
El TikToker que grabó el video -Eduardo Battistini- basó su desmontaje en datos estadísticos irrefutables:
- Venezuela cerró el 2022 con una inflación de 305,7%
- Venezuela ocupa el lugar 153 de 182 países que tienen el internet más lento
- En 2022 se registraron más de 233.298 interrupciones al servicio eléctrico
- En el 2022 se registraron al menos 7 derrames petroleros mensuales por mes
- El desabastecimiento de insumos médicos en quirófanos es de 69,4%
- El salario mínimo de 5 millones de venezolanos es de 6,5 dólares mensuales. El más bajo de la región y uno de los más bajos del mundo
Luego de examinar estos datos, pasemos a profundizar en lo que es la campaña propagandística. Una campaña con la cual los lemas que lanza el régimen, y que se divulgan por radio, tv y prensa escrita que forman parte de la hegemonía comunicacional, vienen acompañados de imágenes -que no son obra de un montaje.
Se trata de locales de comercio de lujo con reconocidas marcas, restaurantes, centros comerciales, discotecas, casinos, diversión para niños, cines, teatros, ventas de vehículos de lujo, bodegones de alta factura, entre otros, ubicados en urbanizaciones de cierto lujo en las principales ciudades del país.
En esos lugares, los citadinos disfrutan por lo general de calles asfaltadas, buena iluminación protección policial con “cero” malandros -día y noche-, que dan la sensación de haber entrado en otro país sin pasar por el calvario de pasar por el Saime para obtener un pasaporte.
A la par de estas mini remodelaciones urbanas, se promueven en estas ciudades recitales, shows y conciertos con presentaciones de afamados artistas y grupos, con lleno total.
Quienes saben y conocen cuánto valen las cosas, se preguntan de dónde sale el financiamiento de todo esto. Porque de cara, a las vicisitudes que aquejan a los empresarios venezolanos en estos tiempos, nadie se explica como se echa a andar los engranajes de una economía de lujo, cuando más de dos tercios de los venezolanos se medio alimenta con las remesas que envían sus familiares desde el exterior.
Como dice el Tik Tok de Battistini: Nuestro país no es Las Mercedes, o alguna zona “de lujo” de alguna región. Venezuela no es un casino, una tienda de lujo o un restaurante con estrellas Michelin. Venezuela es el país más pobre de la región. Eso sí, con una élite ligada al régimen que se ha hecho millonaria.
El año 2023 amaneció con estas dos caras de la Venezuela que nos dejó el 2022. Por un lado, la cara que insiste en mostrar el régimen. Por la otra, la cara que muestran los venezolanos, de miseria, hambre, desnutrida, de un salario que no alcanza.
Por ello los venezolanos vienen reaccionando desde el 9 de enero. Frente al lema de que Venezuela se arregló, ha surgido el lema de “Venezuela se arrechó”.
Eduardo Martínez, Editor