Más allá de los días de descanso festivo por Navidad y fin de año, la agudización del padecimiento canceroso del presidente Hugo Chávez ha paralizado Venezuela. Lo que indudablemente tiene sus consecuencias políticas, sociales y económicas.
No es un secreto el estado de salud casi terminal. Lo que no ha podido ocultar el aparato comunicacional del régimen.
A esta paralización ha contribuido el esquema contra-constitucional utilizado para dejar un encargado en la presidencia. Nicolás Maduro, el vicepresidente, ha asumido las funciones sin haber sido encargado por decreto. Lo que el aparato del régimen ha evitado a toda costa para no caer en la cuenta de los días que, constitucionalmente, pudiera llevar a una declaración de incapacidad.
Posterior a la segunda partida hacia Cuba, del presidente en el mes de diciembre, fue dado a conocer un decreto con fecha previa ( ¿? ) donde se le trasladaron unas competencias de Maduro en el ámbito económico y, llamando la atención, una genérica que palabras mas o menos dice que podrá aprobar “los puntos de cuenta que le lleven los ministros”. Lo que significa que puede aprobara cualquier cosa, en cualquier área.
El 28 de diciembre, el vicepresidente Maduro viajó a Cuba para conocer personalmente del estado de salud de Chávez. Poco antes de partir, dejó como encargado al ministro Héctor Navarro. Una “encargaduría” que no está sustentada en ninguna previsión constitucional, ni en el decreto donde el presidente Chávez le habría delegado algunas funciones.
Con la declaratoria de “Día no laborable” del 31 de diciembre, el país lleva paralizado 4 días y medio, dado que el viernes 28 al mediodía, prácticamente ninguna institución pública laboraba a la par de muchas privadas.
En el momento que esta nota editorial se escribe, todavía el vicepresidente no había regresado a Venezuela.
Es así que van más de 5 días de paralización y tememos que ese estado de inercia se prolongue por más días.
En primer lugar, se sigue sin conocer públicamente el real estado de salud del presidente Hugo Chávez. Cuál es la prognosis de su enfermedad y las posibilidad de sobrevivencia, sí es que la tiene. Eso paraliza cualquier decisión, tanto en el seno del gobierno, como en los inversionistas y empresarios venezolanos o extranjeros.
En segundo lugar, se abre un compás de incertidumbre que va desde el 5 de enero al 10 de enero. En la primera fecha, 5 de enero, la Asamblea Nacional deberá elegir a su nueva directiva. El sectarismo del régimen hace prever que de nuevo, en su presidente, vicepresidente, secretario y subsecretarios, esté integrada únicamente por militantes del PSUV, partido de gobierno, y de presunta lealtad absoluta al presidente.
El presidente que sea designado, ya sea por ratificación del actual presidente Diosdado Cabello, u otro nuevo, sería el presidente encargado en caso, casi probable, que Chávez no logre juramentarse el 10 de enero.
En la segunda fecha, 10 de enero, constitucionalmente deberá juramentarse el presidente re electo el 7 de octubre. De no hacerlo ante la Asamblea, le queda el recurso de hacerlo ante el Tribunal Supremo de Justicia.
Entre estas dos fechas, se abrirá un período de incertidumbre, y seguramente por la naturaleza informativa del régimen, de grandes conjeturas y rumores.
Económicamente hablando, no se espera que con esta incertidumbre el régimen tome las nuevas políticas económicas que se requieren y que se atraigan las nuevas inversiones, que generen empleo y crecimiento.
El reloj está andando, aunque el país esté paralizado.