Editorial: Lo que se venía venir

En países democráticos los presidentes son de corta duración. Es así como los gobiernos pasan y vienen otros. Los partidos se alternan en el poder. Y consecuentemente, las políticas cambian.

Hay otros países donde los presidentes pueden estar sentados en el trono de mando por varias generaciones. Los gobiernos se prolongan. Y si las políticas cambian, es para reducir -si no eliminar- las posibilidades de la alternabilidad democrática.

Hay gente que conviven con esos estados de cosas. Hay otra gente que se cansa, y agarran sus cachachás y se van.

Algo así viene pasando con la llamada diáspora venezolana de inicios del Siglo XXI. Y siempre, los sacos de la emigración revientan por las costuras con débiles hilos y lo pesado de la carga.

Estados Unidos ha recibido cerca de un millón de emigrantes venezolanos. Aunque sea verdad decir que, la burocracia de ese país no tiene noción exacta de las estadísticas de esos venezolanos que han cruzado las fronteras aéreas, terrestres y marítimas.

De parte de los emigrantes, podemos hablar de abusos. Aunque de parte de los gobernantes de EEUU hay que señalar laxas políticas de inmigración que permiten que a inicios del 2025 se “estimen” que viven en ese país cerca de 12 millones de irregulares o ilegales.

Y un millón de venezolanos, para un país de 32 millones como Venezuela, es bastante.

Mientran los venezolanos llegaban por vía aérea, había más control migratorio. La calidad y cantidad de venezolanos era manejable.

Luego de Venezuela comenzó un creciente éxodo de nacionales, solo comparable con la “Emigración a Oriente”, de la gesta independentista. Comparable en la acción de desplazarse, pero bastante distinto en la cantidad y destino.

EEUU no ha sido el principal destino de la emigración venezolana. Mientras en todo Estados Unidos hay cerca de un millón de venezolanos, en la ciudad de Lima -Perú- se estima que viven 1,4 millones de venezolanos que aumentaron en un 25% la población de la capital peruana.

Otro caso es Colombia, pero los números son más difusos. Hay casi 2 millones de venezolanos, y no se conoce cuántos son doble cedulados, que tienen las dos nacionalidades.

Los países latinoamericanos han venido legalizando a esos venezolanos que llegaron sin visas y sin avisar.

En los países andinos -por ejemplo- se activó el Convenio Andrés Bello, lo que permite a los egresados universitarios homologar sus títulos y ejercer sus profesiones. Así mismo, han realizado censos para legalizar a quiénes llegan y se establecen. El manejo por parte de los gobiernos ha sido humano y de comprensión con Venezuela, que en una era de abundancia, acogía la emigración hispanoparlante.

Con Estados Unidos, una Meca desde principios del Siglo XX para muchos venezolanos, las cosas transitaron otros caminos. La cuestión tomó un rumbo político. Y ante la magnitud de los que llegaban, se pusieron en funcionamiento políticas de regularización de los emigrantes: TPS, asilo, permisos de paso fronterizo y permisos temporales de trabajo, entre otras facilidades. Eso impulsó la llegada de venezolanos.

Resulta que en Estados Unidos se cumple a rajatabla la alternabilidad democrática. Y esos tiempos llegaron. Trump regresó de nuevo a la presidencia desde el 20 de enero. Entre sus principales promesas electorales se encontraba el problema migratorio. Y para sorpresa de muchos electores estadounidenses, y sobre todo para los venezolanos, Trump decidió agarrar “el toro por los cachos” y enfrentar el problema de los ilegales e irregulares desde el primer día. Así nació esta nueva etapa de las deportaciones.

No solo afecta a los inmigrantes venezolanos. También están en la mira mexicanos, chinos, colombianos, centroamericanos, caribeños y ciudadanos de otros países.

Eso se venía venir. Vamos a ver cómo nuestros paisanos logran sortear el laberinto de las leyes estadounidenses. Ojalá lo puedan hacer.

Eduardo Martínez, Editor

editor@eastwebside.com

@ermartinezd

Fotografía: Migrantes venezolanos tratando de entrar a EEUU desde Ciudad Juarez, México. Publicada por El Nacional en mayo, 2024.

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