Editorial: Hoy se inicia una nueva era en EEUU

Donald Trump se juramenta el 20 de enero, como nuevo presidente de los Estados Unidos en el Capitolio, sede del Congreso en la ciudad de Washington. No lo hará al pie de las escalinatas, como se tiene acostumbrado. El frío invernal obligará a realizar el evento en la Rotonda, puertas adentro del edificio.

Afuera, en la calle East Capitol Street y en abierto  desafío a las bajas temperaturas, se espera que estén concentrados numerosos seguidores del presidente Donald Trump.

Trump, quién llegará para juramentarse en un segundo mandato, luego de un receso de cuatro años tras perder las elecciones del 2020 con Joe Biden, se ha mostrado después de su triunfo de noviembre con un estilo más refinado y sosegado.

Hoy tenemos ante nosotros a un Trump Distinto. Si bien sus promesas y advertencias siguen teniendo los ímpetus y arrogancias que conocemos. Aunque esos cuatro años de reposo en Florida parecen haberle enseñado a saber guardar algo de silencio y el saber esperar.

El aprendizaje no fue fácil. La magnitud de los problemas que enfrentó en su primer gobierno, la derrota en el 2020, así como las demandas que tuvo que enfrentar en el cuatrienio Biden, indudablemente tuvieron impacto en su estilo de liderazgo.

A lo que hay que agregar el intento de asesinato al inicio de su campaña electoral. Intento que no fue ardid electoral.

Tuvo la muerte cercana, a unos pocos centímetros. Un suceso que debe haberlo marcado con gran profundidad. No solo le hizo sentir la cercanía de la muerte. También sintió la mano protectora de la Providencia. Un momento, que luego nos mostraría, un lado religioso que no conocíamos.

No ha cambiado el Norte, de su visión de gobierno en Estados Unidos. Su propósito es hacer grande -otra vez- a su país. Lo que no es un nuevo propósito.

Para el presidente Trump, la grandeza de los Estados Unidos se asienta en que los estadounidenses vivan mejor, tengas puestos de trabajo, la economía crezca, esté garantizada la seguridad de EEUU, el mundo esté en paz -y no requiera la participación de fuerzas militares en teatro de operaciones de guerra- en diversos puntos del planeta.

También, en su nueva gestión, apuesta a garantizar la seguridad interna del país. Lo que requerirá que aborde desde el primer día el tema de inmigraciones ilegales. Un tema que afecta profundamente a la familia venezolana.

Uno de cada 10 venezolanos que emigraron de Venezuela, habitan en el territorio de los Estados Unidos. No todos tienen una permanencia legal.

Esperamos que la Providencia le ilumine para visualizar la crisis venezolana en toda su dimensión: al interno de los EEUU, en el contexto de una diáspora que recorre casi todos los países del Mundo, y hasta en lo interno de Venezuela.

No conocemos lo que será su gestión gubernamental para el continente americano, sobre todo para la América hispana. “Down There” (allá abajo) como suelen calificar los burócratas del Departamento de Estado.

La nueva dirigencia ministerial, previo a sus comparecencias ante las respectivas comisiones del Congreso, no han emitido mayores comentarios. Sobre todo, con respecto a la crisis venezolana.

Ese silencio nos adelanta que hay decisiones de política ya tomadas, y que las conoceremos prontamente. Una crisis que no generó Estados Unidos, y que la mayoría de los venezolanos -de naturaleza cordial, pacífica y respetuosa- no ha generado.

Todo ese conjunto de visiones, sobre la segunda presidencia de Donald Trump, presagia que el caso Venezuela estará en el listado de problemas: Taiwan, China, Oriente Medio, Israel, Palestina, Rusia, Ucrania, y también Venezuela, entre otros puntos neurálgicos del Mundo.

Ojalá disfrutemos para bien de esa nueva era.

Y, como dicen los billetes de dólares americanos: “In God We Trust

Eduardo Martínez, Editor

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