Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, firmó una Orden Ejecutiva que marcará el ritmo del resto de su segundo mandato. De esta manera rompe la historia que traían los EEUU de relaciones comerciales con el resto del Mundo. Una manera que les llevó a enfrentar hoy en día un déficit comercial de gigantescas proporciones, solo comparable -con sus debidas diferencias- a lo que enfrentara la URSS a finales del Siglo XX, y que tendría la consecuencia del desplome de la Cortina de Hierro y la propia URSS.
Para el análisis de lo sucedido, hay que ubicarse en el contexto del fin de la Segunda Guerra Mundial (1945) y el inicio de la Guerra Fría. La URSS subvencionaba a sus aliados, de la política stalinista, y EEUU por el contrario parte organizaba y financiaba a los países europeos, como muro de contención del comunismo, y como estrategia consecuente a los países del resto del mundo.
El mundo cambió. Hoy la guerra es comercial. Lo ideológico quedó para los libros de historia y los análisis forenses de un Mundo que no existe más.
Estados Unidos permitió las grietas por donde entraron los bienes de cientos de países. Los gobiernos de estos países se aprovecharon de los diferenciales económicos, han venido subsidiando, encontraron acuerdos comerciales con EEUU que justificaba la política internacional, y se financiaron de lo que el bienestar estadounidense les permitía y paradójicamente alentaba.
Con el lanzamiento de esta nueva política comercial, y detrás del término “aranceles”, comienza a florecer un nuevo término: “reciprocidad”.
Estamos en los momentos del duelo y el lloriqueo de los gobiernos del Mundo, que han tomado por décadas ventajas de la Guerra Fría. Ahora deberán adecuar sus economías a una nueva realidad: la libre competencia.
En esta edición especial, publicamos la nota de prensa respectiva, lo que decretó Donald Trump -para ser leído antes de opinar; y las primeras reacciones de los países que deberán también cambiar su manera de hacer negocios.
Eduardo Martínez, Editor
@ermartinezd