Eccio León: Historia de gratitud y aprecio para Orlando Castro Llanes

Por Eccio León

En estos días tuve la oportunidad de conocer a un joven emprendedor y próspero en el cumpleaños de una querida amiga, y me habló de la gratitud, agradecimiento y aprecio que tiene por una persona, a la que igual que yo está lleno de esos mismos sentimientos para con él.

Al día siguiente al leer una historia sobre la gratitud y el aprecio, sentí el deseo de compartir en este espacio y recordarlo tal como él fue, lleno de historias compartidas de oportunidades. Espero les resulte interesante este relato, que me hizo recordar a un señor que me dio todas las oportunidades para llegar a donde yo quería sin rendirme jamás desde 1974, Orlando Castro Llanes a quien llevo en mi corazón con gratitud y aprecio.

Un joven solicitó un puesto gerencial en una empresa de gran tamaño. Pasó la entrevista inicial y después tuvo una junta con el director general. El director descubrió en el currículum que los logros académicos del joven eran excelentes, le preguntó: “¿Lograste obtener becas en tu escuela?” a lo que el joven contestó, “no”. ¿Entonces tu papá pagaba tus colegiaturas? Mi papá falleció cuando yo tenía un año; fue mi madre la que pagó las colegiaturas respondió. ¿Dónde trabaja tu madre? Mi madre era lavandera. El director pidió al joven que le mostrara sus manos. El joven mostró un par de manos perfectamente suaves y lisas.

¿Alguna vez ayudaste a tu madre a lavar la ropa? Jamás, mi madre siempre prefirió que yo estudiara y leyera. Además, ella lava la ropa más rápido que yo. Entonces, el director le dijo: “Te tengo un encargo: cuando vayas hoy a casa, limpia las manos de tu madre y ven a verme mañana”.

El joven sentía que tenía gran oportunidad de obtener un empleo. Cuando volvió a casa, le pidió a su madre que le dejara limpiar sus manos. Su madre se extrañó. Le dio gusto, pero con sentimientos encontrados mostró sus manos a su hijo. Lentamente, el joven limpió las manos de su madre, las lágrimas bañaron su rostro mientras lo hacía. Era la primera vez que notaba que las manos de su madre estaban muy arrugadas y llenas de moretones. Algunos le dolían tanto, que su madre hacía gestos de dolor cuando él los tocaba.

Esa fue la primera vez que el joven se dio cuenta de que esas manos lavaron ropa diariamente para que él pudiera ir a la escuela. Las heridas fueron el precio que ella pagó por la educación y el futuro de su hijo. Al terminar de lavar las manos, el joven silenciosamente lavó el resto de la ropa de su madre. Esa noche, madre e hijo hablaron por un largo rato.

A la mañana siguiente, el joven se presentó en la oficina del director, quien notó las lágrimas en los ojos del joven cuando le preguntó: “¿Podrías decirme qué aprendiste ayer en tu casa?”. El joven contestó: “Limpié las manos de mi mamá y también terminé de lavar la ropa por ella”. Ahora ya sé lo que es el aprecio. Sin mi madre, no sería el hombre que ahora soy. Al ayudarla, aprendí lo difícil y duro que es tener tus propios logros. Y ahora aprecio la importancia y valor de ayudar a la familia.

El director le dijo: “Esto es lo que busco en un gerente. Quiero reclutar a una persona que valore la ayuda de otros, una persona que conozca el sufrimiento de los demás para lograr las cosas y que el dinero no sea el único valor en su vida”. Quedas contratado. ? Así era Orlando, lleno de historias y reflexiones.

Un niño sobreprotegido y a quien se le ha dado todo lo que pide, desarrollará una “mentalidad con derechos” y siempre será egoísta. No le importarán los esfuerzos de sus padres, si somos este tipo de padres sobreprotectores, ¿estamos realmente mostrando amor o estamos destruyendo a nuestros hijos?

Tus hijos podrán vivir en una gran casa, comer una gran comida, aprender piano y tener una gran pantalla de televisión. Pero cuando cortes el césped, deja que ellos lo experimenten también. Después de comer, permite que ellos laven sus platos con sus hermanos y hermanas. No es porque no puedas contratar a una mucama, sino porque debes amarlos de la forma correcta. Quieres que entiendan que no importa qué tan ricos sean sus padres, algún día tendrán canas, al igual que la mamá del joven de la historia. Lo más importante es que tus hijos aprendan a valorar el esfuerzo, experimenten la dificultad y que aprendan a trabajar en equipo para hacer las cosas.

En fin, como me gustaría que a los que Orlando Castro Llanes les dio la oportunidad y les enseñó el valor del trabajo dieran su testimonio de gratitud y aprecio para con él. Esos que salieron de la nada, todos sabemos quiénes son y dónde están. Expresar esa gratitud que se siente cuando nos han mejorado la existencia.

@el54r

Publicado en el diario El Universal. Fotografía cortesía de Reportero24.

 

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