Por Domingo González Villegas
Bueno, ahí teneis, diría un maracucho. Esa es una muestra de la catadura que lidiamos. El desprecio que siente el oficialismo, no por los venezolanos, sino por todas las instituciones existentes.
Ahí lo tienen: rosagante, alegre, feliz, qué más le puede pedir a la vida si esta le ha dado todo: salud, dinero, amigos, fama…, pero, y siempre nos topamos con esa palabra cuando queremos resaltar algo, como, por ejemplo, salud: a menos que se sea de piedra (y esta no es solamente física); amigos, quiénes son: aquellos que valoran su condición delincuencial y, por tanto, también son tales; fama, de facineroso, lo que no es muy edificante que digamos; dinero, por supuesto, pero hediondo a cloaca, que se impregna en nuestra piel haciéndonos arquear y salir lágrimas por el esfuerzo.
Ese es el perfil del individuo que sale en un video con su presidente colgado en un cuadro detrás de sí y haciendo hincapié del inicio del mes del inicio de mayo.
El cinismo del cinismo hace su entrada al segundo acto.
