Por Eduardo Martínez
Hay una discusión que los venezolanos tendremos que abordar, más allá de los slogans del discurso político: si el régimen es una dictadura o una democracia. Ponerlo en blanco en negro, como lo resume un slogan, no es tan fácil. Son muchos los matices, grados y grises que separan esos dos términos que están en los extremos. Los ejemplos sobran.
El pensador italiano Umberto Eco, en su escrito “El Fascismo eterno”, señaló que si bien el régimen fascista “toleraba el disentimiento evidente, aunque socialmente imperceptible, porque no le prestaba suficiente atención a una jeringoza tan oscura”.
Para luego perfilar características propias del régimen. “Lo cual no significaba que el fascismo italiano fuera tolerante. A Gramsci lo metieron en la cárcel hasta su muerte; Matteotti y los hermanos Roselli Rosselli fueron asesinados; la prensa libre fue suprimida, los sindicatos desmantelados, los disidentes políticos fueron confinados en islas remotas; el poder legislativo se convirtió en una mera ficción y el ejecutivo (que controlaba al juidicial, así como a los medios de comunicación) promulgaba directamente las nuevas leyes, entre las que se encontraba también las de la defensa de la raza (el apoyo formal italiano al Holocausto)”.
Para Eco, con estas y otras descripciones en su escrito, el fascismo es una dictadura. Lo que complementa al señalar -centro de su razonamiento- que “El término “fascismo” se adapta a todo porque es posible eliminar de un régimen fascista uno o más aspectos, y siempre podremos reconocerlo como fascista”.
Aseveración que acompaña de ejemplos. “Quítenle al fascismo el imperialismo y oobtendrán a Franco o Salazar; quítenele el colonialismo y obtendrá el fascismo balcánico. Añádanle al fascismo una anticapitalismo radical (que nunca fascinó a Mussolini) y obtendrán Ezra Pound. Añándanle el culto de la mitología celta y el misticismo del Grial (completamente ajeno al fascismo oficial) y obtendrán uno de los guros fascistas más respetados, Julius Evola”.
Con las dictaduras sucede lo mismo que con el fascismo. No es necesario que tengan todos los ingredientes de las dictaduras para dejar de ser dictaduras. Aunque existen elementos indispensables de los que nunca se desprenden.
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