
Julio César Pineda, “el de la televisión”, embajador, analista internacional, profesor universitario, nos escribe sobre lo que ha sido la integración europea y las posibilidades de integración en Latinoamérica.
Por Julio César Pineda
Con un marco diplomático como el de la UE, nuestras crisis tendrían soluciones pacíficas.
En el 2009 se constituyó el nuevo Parlamento Europeo luego de las elecciones generales en los 27 Estados de la Unión Europea. En esta oportunidad dominan los grupos y partidos de centro y de derecha, las diferentes expresiones del socialismo fueron derrotadas. Este parlamento interestatal es elegido cada cinco años, la última fue en el 2004 cuando seleccionaron 785 parlamentarios. En America Latina pronto elegiremos a los venezolanos que nos representen en el Parlamento Latinoamericano, en el nuevo Parlamento del Mercosur y en la futura Instancia Parlamentaria de Unasur, como el Presidente Chávez sacó a Venezuela de la CAN, estaremos ausentes del Parlamento Andino.
La referencia a la elección del Parlamento Europeo nos obliga a una reflexión sobre el paradigma integracionista político, económico y cultural de la Unión Europea. Desde 1951 cuando se inició la construcción europea con la Comunidad del Carbón y del Acero y posteriormente en 1957 con la Comunidad Económica Europea y Euratom, la integración de ese continente siempre estuvo signada por lo económico y lo político, donde los parlamentos nacionales y el parlamento comunitario de toda Europa han tenido un papel fundamental. En 1982 con el Tratado de Maastricht la Unión Europea adquirió una nueva dirección con un nuevo Derecho Internacional Constitucional que se va a plasmar en el proyecto de una Constitución para la Europa de los 27 Estados y que ante la negativa de Francia y Holanda ahora se condensa en el Tratado de Lisboa del 13 de diciembre de 2007, aprobado por vía parlamentaria y pronto sometido a la ratificación en elecciones directas por Irlanda. Este instrumento jurídico recoge lo esencial del proyecto de la Constitución Europea incorporando elementos constitucionales como la personalidad jurídica de la UE, con valores y objetivos comunitarios, la protección de los derechos fundamentales, el imperativo democrático, la delimitación de competencia de los parlamentos nacionales y el espacio de libertad, seguridad y justicia. Se crea el cargo de Presidente del Consejo Europeo, en representación de los quinientos millones de integrantes y un ministro de relaciones exteriores como alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, permitiendo así mayor coherencia a la diplomacia y eficacia para Europa en todos los escenarios internacionales.
El Tratado de Lisboa será una realidad, jurídicamente modifica los tratados de la Unión Europea y la Comunidad Económica Europea, no los sustituye como pretendía la fracasada constitución, pero permite el marco normativo constitucional para afrontar los retos del Siglo XXI, con una Europa más democrática y transparente. Gana mayor protagonismo el Parlamento Europeo con nuevas competencias sobre legislación, presupuesto y acuerdos internacionales. El Tratado de Lisboa facilita las decisiones comunitarias donde se sumarían mayoría de Estados y población, es decir la doble mayoría se alcanzará cuando los votos representen como mínimo el 55% de los Estados y el 65% de la población, esto termina con la practica de la unanimidad. En materia de Derechos Humanos el Tratado de Lisboa prevé la adhesión de la UE al Convenio Europeo para la protección de los Derechos Humanos libertades, igualmente garantiza la Carta de los Derechos Fundamentales. Este documento no deja de lado campos como la política energética, la salud pública, cambios climáticos, protección civil, política espacial, cohesión territorial, ayuda humanitaria, deporte y turismo.
Finalmente el Tratado mantiene las instituciones tradicionales además del Parlamento como el Consejo de la Unión Europea formado por los ministros de los gobiernos de los Estados miembros, la Comisión Europea que representa y defiende los intereses comunitarios, el Tribunal Europeo de Justicia que interpreta y aplica el Derecho Comunitario, el Tribunal de Cuentas que funciona como contraloría del Fondo de la UE, el Comité Económico y Social con representación de empresarios, sindicatos, consumidores y ecologistas, el Banco Central Europeo para la garantía y la estabilidad de los precios y todo lo relacionado con el Euro y el Comité de las Regiones en representación de los gobiernos regionales y Alcaldías.
Crisis como la que se vive en Honduras o conflictos por delimitaciones territoriales como los de Argentina y Uruguay, Perú y Chile y confrontaciones como las de Ecuador y Colombia, si tuviéramos un marco jurídico, político y diplomático como la Unión Europea se resolverían dentro del principio de la solución pacifica de controversias y el de la supranacionalidad de instituciones comunitarias tal vez el desarrollo de una nueva cultura política y una racional integración nos conduzcan a mejorar nuestras democracias y a entender mejor los sistemas de integración sub regional y regional.
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